Nos acecha el peligro, llegan tiempos preocupantes, el anuncio de Trump con la subida de aranceles apretará aún más la economía de las familias españolas, porque sectores como el de la agricultura, la alimentación, la industria y el automovilismo -no son los únicos, con las empresas grandes y pequeñas y autónomos que viven bajo su paraguas, verán mermadas sus exportaciones a un mercado que, para un porcentaje de ellas, marca la línea entre vivir sin preocupaciones, con comodidad … y la economía de supervivencia, con una austeridad que le priva de muchas comodidades.
El gobierno ha reaccionado con rapidez y con medidas que buscan paliar los efectos nocivos más urgentes de la política amenaza arancelaria de Trump. Hay que cruzar los dedos para se lleven a efecto con la agilidad y eficacia necesaria el acceso a los créditos ICO, y que la UE acepte el plan español, ya que incluye fondos europeos.
El gobierno, una vez más, pretende tranquilizar a los españoles poniendo el acento en la Unión Europea, salvavidas permanente para quienes no hacen bien los deberes o, en ocasiones dramáticas como la pandemia, la amenaza de guerra o los aranceles de Trump, Bruselas se convierte en el clavo ardiendo al que se agarran todos los países miembros. El problema es que a la propia Ursula Von der Leyen se le presenta un panorama general complicado y, de cara a España, no es en este momento el país al que la Comisión Europea y el Consejo miran con excesiva simpatía por los intentos de Sánchez de escaquearse de los compromisos que deben asumir en el capítulo de la Defensa como miembros de la UE y la OTAN.
España aún no ha dado el paso adelante para colaborar con el gasto de 800 mil millones de euros que necesita la UE para afrontar la amenaza de Putin respecto a la guerra de Ucrania, y tampoco hemos presentado las cuentas que pide Bruselas para conocer el destino de los fondos europeos recibidos.
Llegan tiempos duros, que van más allá de apretarse el cinturón. El anuncio de que lo vamos a pasar mal se ha visualizado en las bolsas españolas, que han caído -como las demás- y nos dejan temblando.
Sánchez se reunió el miércoles con los líderes empresariales y sindicales sin conocer todavía las propuestas de Trump, y el jueves con empresarios de los sectores más afectados. El presidente tiene muchos defectos y además se mueve con soltura en el ámbito de la trampa y el engaño, pero cuenta con un olfato especial para percibir los problemas. Y esas reuniones demuestran que esos problemas estaban ahí. De hecho, ya han llegado.
Han llegado y Sánchez haría bien en dejar de lado su aversión política a y personal a Feijóo y le llame para hablar, mano a mano, sobre el futuro. El reto es enorme, inconmensurable, y es indispensable que el jefe de gobierno y el líder de la oposición sumen esfuerzos para salir adelante.