En los cien años que la Agrupación Musical Nuestra Señora de Riánsares de Tarancón cumple este año, han pasado multitud de vecinos y familiares que pueden ser testigos de la evolución de la banda y sus integrantes, pero si hay alguien que se lleva la palma por su indiscutible compromiso y permanencia con la banda es Eustaquio Vindel. Con sus 78 primaveras, este hombre se remonta hasta el año 1958, cuando con tan solo doce años empezó en la entonces joven agrupación.
Con clarinete en mano, sus clases de solfeo, y la pasión trasladada por su padre, uno de los fundadores de la banda, comenzó en esta banda siendo el único de su generación que sigue en activo. «Los principios los recuerdo con mucha nostalgia, nuestras primeras verbenas en los pueblos era con la banda», recuerda Eustaquio, que destaca que la primera vez que pudo ver el mar fue gracias a su participación con la banda cuando fueron a tocar a las fallas valencianas en los años 60.
«El compañerismo que hay es intergeneracional, las más de cien personas que formamos la banda nos conocemos y saludamos, a veces me sorprende cuando me conoce tanta gente joven», afirma este hombre, que reconoce que después de tantos años en la calle, cuesta algo reconocer a primeras a la gente de la banda cuando les ve sin el traje. «La progresión de estos años ha sido exagerada, cada vez a más y así da gusto», subraya nuestro protagonista destacando la buena labor de Isabelo Chaves, actual director de la agrupación musical.
En todos estos años, Eustaquio valora de buena manera la actividad de la banda, incansable como nuestro hombre que confiesa que solo vio interrumpida sus casi siete décadas de actividad durante dos años por el servicio militar obligatorio. «Es cierto que durante los años previos a Isabelo la actividad empezó a flojear», confiesa Vindel, que al contrario de lo que pueda parecer, afirma que esto le motivaba a él y a otros compañeros para hacer fuerza y que saliesen adelante las diferentes actividades que podían realizarse tanto en el municipio como en otras localidades de la comarca. Del mismo modo, confiesa que la pasión que su padre le transmitió por la música y que se traduce también en historias similares de muchos vecinos, consiguió transmitirla a muchos familiares suyos, figurando entre los exintegrantes de la banda sus hijas, su yerno o sus tíos, que a diferencia de él lo han ido dejando.
Una pasión plasmada. Además, hace casi diez años que nuestro protagonista elaboró un libro, Historia y Anécdotas, en el que recogió las inquietudes que siempre ha tenido por saber las diferentes experiencias en torno a los distintos miembros de cada momento.
Todas esas historias las plasmó en papel durante la época de reposo que tuvo que pasar por una operación de espalda. «Es muy importante preservar la historia, la gente tiene que saber el camino de la banda durante todos estos años», subraya Eustaquio tras 66 años de constancia y trabajo para realizar todos los eventos que desde ésta proponían, de los que también fue promotor durante las rachas más flojas de la agrupación.
«Para aguantar tantos años en la banda no hay ningún secreto, simplemente que te guste lo que haces», subraya, al mismo tiempo que señala como principal «fuente de inspiración» para cualquier músico «la pasión por la cultura que genera».