Empieza a hablarse con más asiduidad, también deseo que convencimiento, de la hipotética capitalidad cultural de Toledo 2031.
No vamos tarde, pero andamos justos. Estas cuestiones hay que programarlas con tiempo, hoja de ruta definida y consensuada más allá de esta práctica tan nuestra de poner a todo lo que ya se viene haciendo la nueva etiqueta de turno.
Dicho esto, me gustaría proponer que el Teatro fuera uno de los puntales de la candidatura.
Tras la representación en el teatro Rojas de la divertidísima obra del propio Rojas Zorrilla 'Los bandos de Verona', buscando un dato que me rondaba del ilustre y casi olvidado dramaturgo toledano, me dio por reflexionar sobre la importancia del Teatro en Toledo, más allá de su asentada relevancia referencial de paso obligado de obras de renombre en la programación escénica. La labor del Rojas es insustituible, indiscutible y loable y las colaboraciones puntuales del Auditorio del Greco son buen complemento, que creo habría de extenderse a otros espacios.
Al menos cinco de los seis grandes nombres de la historia del teatro español del siglo XVII, como nos recuerdan estudiosos del nivel de Emilio Cotarelo o Abraham Madroño, están vinculados con Toledo, e incluso parte de su vida transcurre en la ciudad.
Lope de Vega se cita en ocasiones como «poeta toledano», viviendo en la capital de 1589 a 1590 y de 1604 a 1610. Tirso de Molina lo hace ininterrumpidamente en conventos mercedarios desde 1604 hasta 1616. Calderón fue capellán de los Reyes Nuevos desde 1653. Moreto reside desde 1662 hasta su muerte. Paradójicamente, quien da nombre al teatro de Toledo es el único que nace aquí, pero quien menos tiempo pasa en Toledo marchando a los tres años y volviendo solo puntualmente a recabar pruebas para lograr su anhelado hábito de Santiago.
Sería hermoso que tirando de compañías y autores de eco nacional e internacional, como enganche de prestigio, y con la imprescindible colaboración de editoriales, compañías teatrales, estudiosos, escritores de y sobre Toledo ( la UCLM está haciendo una labor importantísima en la recuperación de las obras del citado Rojas Zorrilla) se alumbren obras y fragmentos, y que las calles se alfombren de representaciones con breves exposiciones didácticas de autores, lugares y obras como 'La noche toledana' de Lope, 'Entre bobos anda el juego' de Rojas Zorrilla, por decir dos renombradas, pero también, y sobre todo, de tantas y tantas obras escritas y ambientadas en Toledo que son desconocidas y están a la espera de ser revisitadas.
Igual que Edimburgo, por citar una ciudad, se inunda de Arte durante casi un mes, ¿por qué no va a poder Toledo, desde el más humilde y evocador rincón del casco hasta el más contundente y señorial patio de la Academia de infantería, inundarse de obras conocidas e inéditas para convertirse en cita ineludible nacional e internacional de amantes del Teatro?
El escenario y las obras están ahí. Falta creérnoslo y trabajar en equipo para estar a la altura del envite. ¿Seríamos capaces?