Recurrir al latín es siempre un lujo para privilegiados. Hace unos días tuve la ocasión de compartir jornada con seis jóvenes, cinco chicas y un chico, de Institutos de Badajoz, Murcia y Andalucía, que habían conseguido ser finalistas del Certamen Nacional de Cultura Clásica que lleva a cabo don Aurelio Bermejo y su Asociación Cultural, y que tuvo Cuenca como sede para la final. Un lujo, dialogar y saber que algunos preadolescentes –como era en este caso- sienten pasión por el aprendizaje y creen en un futuro mejor, algo que nos hizo pensar en que el mundo que nos espera, quizás, no sea tan malo como pintan o sí. ¿La duda, no ofende, en este caso?
Me sentí especialmente bien manteniendo una conversación con esos jóvenes y sus profesores, al darme cuenta del valor que siguen teniendo las Humanidades en esta sociedad, ahora demasiado caduca en principios y razones. Sin embargo, sentí tristeza al ver que en los Planes de Estudios actuales, las humanidades están demasiado ausentes o limitadas en horarios curriculares y posicionamiento de aprendizaje.
Pero disfruté mucho, compartiendo conversación, observando su comportamiento y reviviendo esa estampa de profesor que, a veces, echo en falta. Pero el término que titula esta columna es lo único que hoy me lleva al latín: Reviviere, porque no tiene otro significado más que el de Revivir, es decir, "volver a la vida" y me di cuenta del valor que yo quisiera ahora darle.
Nuestro Casco Histórico de Cuenca, al igual que otros muchos de ciudades españolas, han vuelto a revivir su utilidad, desde el momento en que numerosos pisos, viviendas o espacios, gracias a sus propietarios, antiguos o nuevos, han "vuelto a la vida", después que hayan decidido reconvertirlos en apartamentos turísticos, como salida o entrada, según se mire, hacia las nuevas demandas sociales.
Y tiene sentido. Ahora bien, ¿se cumple la legalidad establecida?, yo creo que sí, siempre y cuando, restaurados, adecuados y modificados, tienen todos los servicios que se demandan actualmente, en uso y disfrute, pero sobre todo, cuando el régimen administrativo sigue la legalidad formal y cumplen la ley. Hay un revivir latente, imperante, necesario y sugerente.
Sin embargo, no todo parece estar consecuente, y muchos de estos inmuebles son ilegales, incumpliendo la norma establecida que exige una regulación dentro de los parámetros que la ley exige. Reviviere está bien, pero me asalta una duda: impossibilium nulla obligatio est, algo así como que "es nula la obligación de cosas imposibles", más o menos, lo que dijo Celso en Digesto 50.