Protagonizada por Clara Lago y Tamar Novas, Netflix estrenará el próximo viernes 21 de junio la serie Clanes, una «historia de venganza convertida en amor imposible e inspirada en una ría real», la nueva serie de la plataforma.
En Clanes, una nueva abogada llega para establecerse en el pequeño pueblo gallego de Cambados. Se llama Ana y su presencia no pasa desapercibida para nadie, incluido Daniel, hijo de un importante narcotraficante y cabeza visible del «clan de los Padín» mientras su padre, el verdadero líder, permanece en prisión.
Ana, con amplia experiencia en uno de los mejores bufetes de Madrid, ha decidido empezar de cero en Cambados con la intención de saldar cuentas con su pasado. Aquí «empieza esta historia de amor que suena imposible».
Junto a Lago y Novas completan el reparto Xosé Antonio Touriñán, Chechu Salgado, Melania Cruz, Miguel de Lira, Francesc Garrido, Diego Anido y María Pujalte.
Localizaciones de Galicia, Málaga, Gibraltar, Algeciras, Madrid, Oporto y Senegal han servido como escenarios naturales de rodaje para esta producción de Vaca Films, que prolonga su colaboración con Netflix tras haber estrenado anteriormente en la plataforma títulos como El desorden que dejas o Hasta el cielo: La serie, continuación de la película dirigida por Daniel Calparsoro y Jorge Guerricaechevarría que contó con el mismo dúo creativo.
«Clanes» se perfila como una de las series más esperadas del año en Netflix. Con una trama intrigante, personajes complejos y un elenco de primer nivel, esta serie promete captar la atención del público desde el primer episodio.
Hechos reales
Clanes está inspirada en una historia real que sucedió a finales del siglo pasado; donde tuvieron lugar varias operaciones policiales que destaparon una gran red de narcotráfico. La Operación Nécora fue la primera que abrió el proceso judicial a uno de los principales grupos asociado al narcotráfico en Galicia.
Al mando del juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, el 12 de junio de 1990 se inició el primer golpe a una de las bandas que operaba en aguas gallegas. Tanto Ricardo Portabales como parte del clan de los Padín jugaron un papel primordial en la causa ya que se presentaron como arrepentidos, lo que los convirtió en testigos protegidos. Sus testimonios fueron, en gran medida, lo que le permitió al fiscal avanzar y poder atrapar a las familias que se repartían el dinero de la cocaína.