¡Cuánto tiempo!

Manu Reina
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Tras un paréntesis de cuatro años, la peña la Orden del Temple vuelve a escena con «mucha ilusión» y ambiente «cercano y familiar»

¡Cuánto tiempo! - Foto: Manu Reina

Regresan al ruedo por la puerta grande. No se habían esfumado, ni mucho menos. Estaban más bien de parranda. De hecho, seguían disfrutando de San Mateo como lo han hecho siempre, pero sí es cierto que en las últimas cuatro ediciones no lo hacían como peña inscrita. Ahora, la Orden del Temple vuelve a escena tras un paréntesis que comenzó con la irrupción de la pandemia. Tras estos años de ausencia, «hemos decidido volver a ser peña porque al final tenemos que apoyar la fiesta de San Mateo y ser parte de la misma», explica el presidente, Victoriano González. Que no lo hayan hecho antes «no se debe a ningún motivo, solo que no nos inscribimos, sin más». Con su vuelta, quieren hacerse notar y lo van a conseguir con la felicidad que derrochan. 

Esta peña, fundada en 1998, será una más en el desfile de mañana y se ubicarán el mismo sitio que ocupan desde hace mucho tiempo, como es el edificio del pintor Fernando Moya, justo en el comienzo de la empinada cuesta de la calle San Pedro. «Aquí estamos muy bien», señala. Y es que «nos pilla muy cerca la suelta de vaquillas enmaromadas y el edificio es amplio para movernos y estar muy bien». No cambian tampoco de filosofía, «porque seguimos siendo un grupo de amigos que nos reunimos para celebrar estos cuatro días que nos encantan». Lo harán adultos y pequeños, en «un ambiente cercano y familiar, especialmente». Todos se conocen y en el grupo comparten muchos «momentos inolvidables». Y es que la mayoría ha crecido alrededor de la Orden del Temple. Ahora trabajan para inculcar la historia de esta festividad a los más pequeños, que viven con la misma ilusión estas jornadas. 

Como manda la tradición, esta peña saca de nuevo a relucir su característico color negro para la camiseta y la sudadera, con las letras de color amarillo, como su pañuelo. La mayoría tiene su indumentaria limpia, planchada y preparada, pero «quienes necesiten, tenemos preparadas unas cajas para aquellas personas que tengan que renovar la ropa». También podrán hacerse con la equipación oficial todos los peñistas nuevos.

Victoriano González incide en que «somos como una gran familia» y detalla que «nos preparamos todo nosotros». A estas alturas, ya tienen toda la comida y la bebida lista para una media de 65 miembros. Aunque todavía resta rematar los últimos detalles, como instalar una barra que facilite el jolgorio de estos días de desenfreno. «Entre todos echamos una mano para que esté todo listo». 

El presidente de la Orden del Temple desvela que para disfrutar de San Mateo es «muy importante rodearse de buena gente, beber sin pasarse demasiado y comer tranquilamente», pero si hay alguna cosa, en especial, es «que haya buen rollo». 

Tras más de dos décadas en primera línea de San Mateo, los miembros de esta peña tan histórica saben muy bien qué hacer y cómo pasarlo en grande. Es cierto que tampoco harán algo especial por su regreso a las listas oficiales de las peñas mateas porque no han dejado de vivir la suelta de las vaquillas, pero «sabemos que ahora somos peña y es diferente, porque estamos registrados como tal, y somos partícipes para aportar a que la fiesta sea siempre mejor», sentencia el máximo representante, que afronta su segunda etapa al frente de la peña. 

Menú. El menú está medido y programado con todo lujo de detalles. Esta peña opta por ponerse ellos mismos al mando de los fogones. El miércoles, todos los peñistas tendrán un bocadillo durante el desfile y cenarán carne a la brasa. Precisamente, la barbacoa se encenderá todas las noches mateas. El jueves, para empezar la jornada con energía, habrá cocido, contando con sopa de fideos y garbanzos. El viernes se repartirán raciones de fideuá y el sábado, para poner el broche de oro a esta hoja de ruta culinaria, los peñistas saborearán una gran caldereta. También habrá picoteo durante todas las jornadas para llenar la tripa, donde el jamón y el queso no faltarán. Pero no solo se trata de comer, sino también de beber. Han comprado 15 barriles de cerveza de tamaño grande y tres pequeños. Han adquirido dos centenares de litros de vino para hacer zurra. Estará preparada en un barril frío para que todos los miembros puedan ingerirla directamente y previamente preparada.