Cholismo: estilo de juego surgido en la década pasada en la Liga española en el que un equipo de espíritu batallador y alma defensiva se achica en busca del 1-0 y, si lo logra, recula aún más para mantenerlo. Una definición que aún admite muchos más matices (se quedan afuera conceptos como «espíritu solidario», «aprovechamiento del error del adversario», «enorme importancia del portero» o «contragolpe») pero que resume perfectamente cómo el Atlético de Madrid de Simeone se ha convertido y estabilizado como uno de los grandes sin conquistar a nadie… excepto a los suyos.
El estilo triunfal del Atlético ha ido ligado a partidos donde suceden pocas cosas y menos goles. De ahí la falta de 'adhesiones ajenas': solo el 'colchonero' medio ha vibrado con el equipo… y a veces, ni eso. Porque durante estos últimos años el aparentemente inagotable crédito de Diego Pablo Simeone se agotaba. ¿Cómo era posible jugar tan poco a fútbol con el incuestionable e inevitable crecimiento cualitativo de la plantilla?
El cuadro madrileño ha respondido a esa pregunta y el propio Simeone se ha dado cuenta de que tiene mimbres para hacerlo. Primero fue Europa: después de dos ridículos consecutivos ante Benfica (4-0) y Lille (1-3) y de una ración de 'cholismo' extremo en el Parque de los Príncipes (1-2 al PSG, con 23 tiros locales y solo cuatro visitantes), el 0-6 ante el Sparta de Praga dibujó un nuevo patrón rojiblanco. Un 4-4-2 de clara vocación ofensiva, de presión alta y no de defensa aculada contra su puerta, de morder arriba y no sufrir abajo.
La recuperación alta y la enorme capacidad goleadora tuvieron continuidad en Liga: había sufrido ante el Alavés (2-1 en el Metropolitano) y visitaba a un Valladolid en apuros… al que endosó un 0-5 con las mismas armas. El Atlético no lograba tantos goles en dos partidos consecutivos desde 1965. Y la fórmula satisface a ambas 'partes'. Por un lado, a quienes estaban convencidos de que el equipo tenía capacidad para ser arrollador después del 1-0, y a quienes (como Simeone) les gusta mantener la portería a cero. «Este es el camino», proclamaba orgulloso Koke, capitán rojiblanco y uno de los que mejor conoce los cimientos sobre los que se ha construido este Atlético dinámico y divertido.
Plantilla
Fue el cuarto equipo con más gasto en fichajes (185 millones) del pasado verano. Únicamente Chelsea (239), Brighton (231) y United (215) invirtieron más. Y desde la llegada de Simeone (contando desde la 12/13, ya que el argentino tomó las riendas en diciembre de 2011), el Atlético es el 11º club que más gastó del planeta (cerca de 1.320 millones), lejos de Chelsea (2.820), PSG (2.110) o Juventus (1.900)… pero superando a otros 'gigantes' del fútbol mundial como Inter (1.230), Bayern (1.210) o Milan (1.160). Es decir: el crecimiento de la entidad rojiblanca no se esconde detrás de una fórmula mágica de una idea revolucionaria de juego. Hay algo de eso en el libreto de su técnico, pero sobre todo ha habido una inversión millonaria para elevarse en un fútbol que ya lo había desterrado como 'grande'.
Julián Álvarez (24 años) es el perfecto ejemplo actual de esta evolución. Fichado este verano a cambio de 75 millones -fichaje más costoso del año-, 'robado' al Manchester City (donde fue el tercer goleador del curso tras Haaland y Foden y el máximo asistente), campeón del mundo en 2022… La 'Araña' es del tipo de futbolistas que elevan los equipos a otra dimensión. Suma a estas alturas 10 goles y dos pases decisivos, pero por encima de las cifras están las sensaciones: cada vez está más integrado en la maquinaria rojiblanca, más implicado en la creación y la finalización. Con el argentino en punta de lanza, la adaptación de un 'nueve' clásico como Sorloth, la omnipresencia de la leyenda Griezmann y la irrupción del 'mejor suplente del mundo', Correa, el Atlético puede presumir de tener uno de los mejores ataques del planeta.
A la explosión de Julián se le añaden otros dos factores diferenciales en la 'conexión argentina': Rodrigo De Paul y Giuliano Simeone. El primero ha vivido casi en permanente colisión con la grada por ciertas actitudes (acompañar a su mujer a unos premios en Miami cuando el club le había dado permiso para quedarse junto a su padre enfermo o irse andando del campo al ser sustituido con el marcador en contra) o errores futbolísticos puntuales, pero en los últimos encuentros ha vuelto con fuerza la imagen del futbolista-trilladora del mediocampo que conquistó Qatar'22.
Su mejora ha coincidido con la irrupción del hijo del entrenador, un tipo de 21 años y entusiasmo contagioso que ha elevado el espíritu del equipo. Ya internacional absoluto con Argentina (debutó el pasado 20 de noviembre), Giuliano es 'Cholismo 2.0' sobre el césped: entrega, velocidad, apetito… De alguna manera, los apenas 700 minutos que ha disputado (un gol y tres asistencias) han borrado cualquier sospecha de nepotismo en sus alineaciones y han revolucionado el estilo que lleva su apellido pero que no define su ambición.