El turismo rural logra nuevos récords de viajeros y estancias

Miguel A. Ramón
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Los ocho primeros meses del año se saldan en la provincia de Cuenca con un total de 54.610 viajeros y 135.837 pernoctaciones en este tipo de alojamientos, cifras nunca vistas en este periodo desde que se tienen registros

Los alojamientos rurales conquenses han cerrado el mejor agosto en viajeros, con 10.096, y el tercero en pernoctaciones, con 28.981. - Foto: Miguel A. Ramón

El turismo rural de la provincia de Cuenca continúa en la senda del crecimiento y no deja de batir récords un mes tras otro, tanto en viajeros como en estancias. Si los alojamientos rurales acumulaban cifras históricas hasta mayo, junio y julio, ahora hasta agosto no se han quedado atrás y han vuelto a marcar números nunca vistos en los ocho primeros meses del año, desde que se tienen registros.

Y es que sólo en agosto, estos establecimientos han superado la barrera de los 10.000 viajeros, concretamente, han registrado 10.096, un 3% más que un año antes, y, por lo tanto, el mejor agosto de la serie histórica. A ello, se suman las casi 29.000 pernoctaciones, la tercera cifra más alta de la historia, tras las algo más de 32.000 de agosto de 2022 y las 29.901 de hace un año, según la última Encuesta de Ocupación en Alojamientos de Turismo Rural del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Una ligera caída de las pernoctaciones que responde directamente al descenso de la estancia media de estos algo más de 10.000 viajeros, que ha pasado de los 3,05 días de hace un año a los actuales 2,87. Eso sí, la ocupación de este tipo de establecimientos ha crecido en el último año y despedían agosto con un 41,4%, frente al 40,7 de 2023.

- Foto: Elaboración propia

Enero-agosto. Con este comportamiento del turismo rural en agosto, no es de extrañar que los establecimientos conquenses hayan vuelto a marcar récord en el acumulado de viajeros y estancias en los ocho primeros meses.

No en vano, en este periodo han alcanzado los 54.610 viajeros, un 2,8% más que en el mismo periodo de 2023, cuando se llegaron a los 53.124 y se ponía una cifra histórica hasta ese momento.

Como viene siendo habitual, nueve de cada diez clientes de estos alojamientos son turistas nacionales, en concreto, 51.131 (93,6%), lo que supone una ligera subida interanual del 1,2%, si bien los extranjeros de enero a agosto han experimentado en el último año un notable aumento del 34,8%, al pasar de los 2.580 acumulados en 2023 a los actuales 3.479.

Y si hablamos de pernoctaciones en este periodo, no se quedan atrás y se ha superado por primera vez desde que se tienen registros la barrera de las 135.000, en concreto, 135.837, casi un 14% más que de enero a agosto de 2023, un 54,8% por encima de las cifras de prepandemia y duplica los números de hace una década, en 2015, cuando se situaban en las 68.911, siempre según los datos oficiales del INE.

Como es de esperar, la gran mayoría de las estancias, 125.608, corresponden a turistas españoles, un 11,4% más que un año atrás, y las 10.229 restantes a clientes extranjeros, que también han crecido, en su caso, en un 55,5% interanual.

Idéntica tendencia ha tenido la estancia media, que se ha prolongado hasta los 2,48 días, frente a los 2,22 de hace un año, y el grado medio de ocupación, que ha aumentado hasta el 14,3% entre semana y el 30% los fines de semana. 

Sector. Como es de esperar, a tenor de los números arrojados por este tipo de alojamientos, el sector muestra su satisfacción por la evolución registrada hasta ahora. De hecho, el vicepresidente de la Asociación de Turismo Rural e Interior de Castilla-La Mancha (INTUR C-LM), Francisco Tébar, no duda en realizar a La Tribuna un balance «positivo», aunque ponga el acento en que «para analizar los datos turísticos no sólo hay que quedarse en el número de viajeros, pernoctaciones y estancias, sino que hay que ir más allá y contemplar, igualmente, el gasto medio por turista, las actividades realizadas e, incluso, sus motivaciones».   

Pese a las buenas cifras, matiza que la afluencia de clientes a estos alojamientos no es homogénea y se suele concentrar en zonas, que, en el caso de Cuenca, serían La Serranía y el entorno de la capital.

Para Tébar, por último, «el turismo rural debe de ir de la mano de la economía local y complementarse con actividades tan importantes como la agricultura, la ganadería o la agroalimentación».