No existe esfuerzo pequeño cuando se da lo que uno puede para ayudar a los demás. Los actos más heroicos son los que se esconden detrás de las cosas más sencillas. Esa máxima de humildad, sencillez, trabajo y apoyo es la que han mantenido desde la Asociación Cristo del Amparo de Cuenca, donde atienden a 45 familias, lo que se traduce en más de un centenar de personas a las que llega la ayuda que los voluntarios preparan día a día.
Actualmente, el proyecto estrella y que ocupa gran parte del tiempo de la asociación es A desayunar en casa, una iniciativa que nació centralizada en las instalaciones de la agrupación pero que, por el devenir de la pandemia, pasó a trasladarse a los domicilios de cada uno de los interesados. Fernando Díaz, líder frente al proyecto (o capitán del barco, como suelen decirle los voluntarios), comenta que esa barrera de entrar en los hogares de las personas que solicitan su ayuda es una obstáculo que, al principio, les costó mucho superar. «Trabajar con familias en situaciones tan delicadas es muy complicado, llegar a ellos, que te abran las puertas de su casa…hay que hacer las cosas bien, desde el respeto más absoluto, sin juzgar nada de lo que veas porque están haciendo las cosas lo mejor que pueden con las herramientas con las que cuentan», explica.
Cada 15 días preparan un lote de alimentos para las familias que lo necesitan y son los voluntarios quienes lo distribuyen. «Hay voluntarios para todo, incluso tenemos una persona encargada de ir a los supermercados a buscar los precios más asequibles para poder atender al máximo número de personas posibles», comenta Díaz.
Caridad todo el año - Foto: Reyes MartinezPese a lo que muchos puedan pensar, no existe un estigma de personas que solicitan ayuda a la asociación Cristo del Amparo. «Nosotros atendemos todo tipo de necesidades, desde mujeres que llegan en una situación muy delicada porque nos las remiten desde el Centro de la Mujer, familias enteras que migran en busca de una vida mejor, hasta personas mayores que están completamente solas y necesitan apoyo y ayuda».
Acompañamiento. Díaz y los voluntarios afirman que, muchas veces, la labor que más llevan a cabo es el acompañamiento y el entendimiento. Así las tareas más sencillas se convierten en el gesto que más valoran aquellos a quienes ayudan, porque una de las peores lacras a las que se enfrenta la sociedad es la soledad y el abandono. «A veces todo lo que se necesita cuando se viene de entornos tan complicados es saber que hay una red de apoyo, gente que te quiere y que está dispuesta a ayudarte, así como estar para tí si necesitas cualquier cosa, aunque solo sea que te escuchen y te aconsejen», comenta Díaz.
Muchos han sido los casos que recuerdan los voluntarios en los que el apoyo ha sido la mayor de las ayudas posibles, como el de una joven a la que apoyaron a la hora de continuar sus estudios, y ahora está estudiando en la Universidad de La Sorbona de Francia.
Caridad todo el año - Foto: Reyes MartinezAdemás de prestar ayuda a las personas que la solicitan desde Cristo del Amparo trabajan con el objetivo de que quienes acuden a ellos puedan integrarse en la comunidad y labrarse un porvenir por ellos mismos. Como parte de esta idea imparten clases de castellano para no hispano hablantes en un modelo de enseñanza prácticamente personalizado en el que atienden, gracias a la labor de sus colaboradores, cada caso pormenorizando en sus necesidades y ritmos de aprendizaje.
Díaz explica que los cursos de castellano para extranjeros están pensados para que, quien los estudia, tenga una dedicación absoluta. Sin embargo, cuando se trata de personas que llegan a un país para buscar un futuro mejor esa dedicación y el ritmo tan rápido que lleva aparejada es imposible de asumir. Por ello, en las clases que se ofrecen en la asociación, el ritmo es mucho más relajado, siendo apropiado para personas con responsabilidades laborales y familiares que les impiden avanzar más rápido.
Cargas. Son, precisamente, esas cargas familiares una de las necesidades más importantes que desde la asociación vieron que necesitaban cubrir porque eran muchas las personas, especialmente mujeres, que no podían labrar un nuevo futuro porque no tenían ningún tipo de ayuda con su familia. Por ello y, de nuevo, gracias al increíble equipo que trabaja sin descanso para los demás han conseguido organizar una guardería donde entretienen y ayudan a los más pequeños con todo tipo de actividades así como refuerzo escolar. En Cristo del Amparo y como parte de su filosofía de integración, las enseñanzas van mucho más allá de un idioma o un empleo, con el objetivo de integrar en la comunidad al mayor número de personas posible también educan en valores como la higiene, la puntualidad, el respeto o la igualdad.
En esta línea, el avance ha sido significativo porque hace unos años era impensable ver a mujeres en las clases de castellano. Sin embargo, ahora son ellas quienes deciden ir para aprender la lengua y así poder buscar un empleo, una independencia y, en definitiva, una vida propia. Ejemplo de ello, es el apoyo que la asociación brinda enseñando a todo aquel que se lo solicita cómo hacer currículum o qué hacer ante una entrevista de trabajo. Es poco común que en un lugar hoy en día la palabra «no» sea casi un tabú, sin embargo en Cristo del Amparo la respuesta para aquel que reclama una necesidad siempre es un rotundo «sí».
Ropa. El banco de ropa es una de las iniciativas que más ayuda aporta a las familias que están atravesando momentos delicados, desde zapatos o ropa interior hasta mochilas, estuches o abrigos, en esta asociación siempre hay una solución para los problemas del día a día a los que se enfrentan aquellos que viven una situación compleja.
Además de las iniciativas que tienen continuidad a lo largo del año y, junto a ese apoyo puntual casi personalizado que se brinda desde la asociación, existen empresas que se llevan a cabo en fechas señaladas, como los talleres de repostería, venta de productos de temporada como buñuelos y huesos de santo para la festividad de todos los santos o roscones y dulces para navidades. Con un sabor aún más delicioso, y no solo por sus extraordinarios rellenos, sino por el componente solidario, esta última campaña en Cristo del Amparo han vendido en torno a 5.000 buñuelos cuyo beneficio se dedica íntegramente a que el trabajo no cese y siempre haya un lugar al que recurrir cuando las cosas salgan mal.
También, buscando proteger a los más pequeños que, tal y como afirma Fernando Díaz, son quienes más acaban sufriendo los problemas del día a día de las familias, también lanzan campañas especiales para ellos, como la recogida de material escolar o la recogida de juguetes para que ningún niño se quede sin una pequeña sorpresa en Navidad.
Aunque son muchos los proyectos que han salido adelante gracias al trabajo incansable que, tal y como apuntan los voluntarios, «la mayoría de veces nuestros proyectos se nutren de las cosas más simples, a las que menos importancia se les concede, como ir a limpiar a casa de una persona mayor, ordenar juguetes o cuidar de los niños» destaca Olga Barrios, que lleva un año colaborando con la entidad.
Ella, que se animó a participar de un modo prácticamente casual gracias a la información que le llegó por canales informales de redes sociales y mensajería instantánea, comenta que «suele haber muchas personas que se animan a participar en los momentos más claves, como la campaña de navidad o la de los buñuelos de los santos, pero dedicar tiempo, por poco que sea a diario, cuando tienes un mal día y te apetece irte a casa…ahí es donde está el verdadero sacrificio por los demás, donde surgen los momentos más íntimos y gratificantes con aquellos a quienes les das tu tiempo».
Corazón. La solidaridad llega a lo más hondo del corazón cuando uno se adentra en las instalaciones de Cristo del Amparo y ve cómo han transformado las vidas de cientos de personas, cómo bajo la humildad y la sencillez de quienes dicen no necesitar nada y se vuelcan con quienes consideran que están más necesitados siempre faltan manos y mentes que vuelquen lo mejor de sí mismos en mantener la caridad desde el amor y el respeto a lo largo de todo el año en Cuenca, cuando la mayoría no recuerda que existen personas atravesando dificultades y ellos, sin embargo, nunca lo olvidan.