Anne Redpath, la pintora escocesa y sus acuarelas de Cuenca

Óscar Martínez Pérez
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Anne Redpath, la pintora escocesa y sus acuarelas de Cuenca

En varios artículos anteriores hemos publicado textos y fotografías en los que recordábamos a algunos pintores británicos que llegaron a Cuenca a lo largo del siglo XX, quedando subyugados ante el paisaje y la ciudad, como fueron Sir Muirhead Bone, nacido en Gales, y su mujer Gertrude Bone, o el inglés de origen judío y prestigioso pintor, David Boomberg. Ahora es el momento de recordar a Anne Redpath, sin duda, una de las mujeres importantes en la historia del arte británico y escocés, y que como muchos otros pintores y acuarelistas de las islas británicas, fueron «viajeros impenitentes» por nuestro suelo hispano y, cómo no, por Cuenca…

Nacida en Galashiels (Escocia) y formada en el Edinburgh College of Art, después de casarse y dedicarse a su familia durante muchos años, es a partir de la década de 1950 cuando se prodiga más en el mundo artístico escocés, especializándose en paisajes, interiores de iglesias y bodegones pintados con ricos colores para posteriormente evolucionar hacía un expresionismo abstracto en el manejo libre y expresivo de la pintura.

La escocesa, siempre curiosa, se movió y viajó por muchos países europeos en busca de sus paisajes, pueblos y ciudades, tipos y personas. España –así lo dejo escrito un crítico de arte del periódico The Scotsman– significó para la pintora encontrar «la luz intensa, las laderas espectaculares y la arquitectura sencilla. Los paisajes áridos y coloridos se adaptaban bien a su paleta y a su pasta seca».

Viaje por España. Su viaje a España comenzó en 1950, provocándole sensaciones únicas en su obra pictórica y también emocional que se vio reflejada en la exposición individual de Redpath en la Galería Escocesa, en 1953, donde se expusieron los cuadros y dibujos realizados casi en su totalidad en España.

Redpath llevó a cabo  una extensa gira por nuestra nación, visitando y pintando Valencia, Requena, Úbeda, Granada, Toledo, Madrid, Canarias, Cuenca... Su paleta de colores y texturas experimentaron el clima cálido y soleado, pero también el lluvioso frío y gris, provocando en la escocesa una manera más expresiva de proyectar lo que veía: «Bueno, no podía pintar España como pintaba Francia. Era un país mucho más duro y austero... La mayoría de las pinturas que pinté allí eran en blanco y negro y grises, y realmente siniestras... Tenían que ser pintadas con una fuerza que no tenía antes, cuando pintaba la dulzura del sur de Francia, con sus cielos azules y palmeras».

Acuarelas de Cuenca. Anne Redpath llegó a Cuenca desde la capital de España hacia 1951 y aquí dibujó varias acuarelas y dibujos. Su lápiz y sus colores grises de acuarela reflejaron una obra titulada Escena de calle en Cuenca, en la que captó una calle con casas bajas de nuestra capital durante una jornada lluviosa en donde los viandantes portaban paraguas. Hay otra acuarela mucho más colorida donde se reflejan las casas de la parte alta de la ciudad, la Torre de Mangana y los campanarios de las iglesias de Cuenca recortadas en un cielo azul. De esta obra hay una versión nueva del año 1963 realizada dos años antes de fallecer, con líneas más redondeadas y difuminadas, menos expresiva conceptualmente, titulada Ciudad española, en donde Cuenca aparece menos reconocible, al no estar ya la silueta de la Torre de Mangana.

Estamos seguros, y en esas pesquisas nos encontramos que la escocesa realizó más dibujos sobre Cuenca, y decimos esto, porque en alguno de sus cuadernos de dibujos (sketchbook), aparecen lugares y situaciones muy parecidas a las conquenses… Anne Redpath consiguió el reconocimiento y la fama más que merecida por su aportación al arte británico, pero además se le reconoció su calidez y el encanto de su personalidad. Murió en 1965.