«Hemos ganado una batalla, pero todavía queda mucha guerra»

Leo Cortijo
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Isidoro Gómez Cavero, que ya se recupera en casa, atiende en exclusiva a 'La Tribuna' tras ser intervenido de un tumor cerebral, consciente de su «cambio global de vida», pero con los mismos «claros» objetivos.

«Hemos ganado una batalla, pero todavía queda mucha guerra» - Foto: Reyes Martínez

Una llamada modifica el plan de la semana. La reunión de redacción del miércoles salta por los aires. Isidoro Gómez Cavero, advierte la pantalla del móvil mientras suena esperando una respuesta. «En dos horas vente a mi casa, quiero dar unas declaraciones. Estarán conmigo Darío [alcalde] y Marta [concejala de Turismo]». Dicho y hecho. A nuestra llegada, en el salón principal de la vivienda, con una amplia biblioteca médica, por cierto, y sentados en el sofá, nos esperan, ya con un café en la mesa, el regidor de esta ciudad, la edil y compañera de formación política, y el gran protagonista de la próxima hora y media de conversación.

Un andador y una silla de ruedas completan un escenario en el que llama poderosísimamente la atención la cicatriz que corona, prácticamente de oreja a oreja y cosida con grapas, la cabeza del galeno y teniente de alcalde del Ayuntamiento. El fotógrafo termina de hacer su trabajo, es rápido y resolutivo, el entrevistado no está para muchos trotes. Enciendo la grabadora, Gómez Cavero bebe un pequeño sorbo de su café con leche y comienza nuestra charla.

Antes de abordar cualquier otro aspecto, lo primero, ¿cómo estás?

«Hemos ganado una batalla, pero todavía queda mucha guerra»«Hemos ganado una batalla, pero todavía queda mucha guerra» - Foto: Reyes Martínez

La verdad, estoy mal... pero dando gracias a Dios por haberme salvado la vida, porque he estado más en el otro barrio que en éste. Intento asimilar el cambio de vida que voy a tener y para el cual, de momento, no estoy preparado. Voy a darme mi tiempo para tirar para adelante, voy a esforzarme por salir de ésta. Se ha pasado la primera meta, que era salir de ésta con vida, pero soy consciente, como médico que soy, de qué es lo que tengo. Me han quitado un tumor maligno del tamaño de una mandarina de la cabeza.

¿Cómo fue el proceso previo y por qué ha sido todo tan rápido?

Llevaba un par de días con insensibilidad en la pierna izquierda, fui al Pleno y no me noté bien, como que no apoyaba bien el pie. Al terminar, me fui al hospital, hablé con el vascular y a mi hijo le dije que iba a hacerme un TAC. Salió el tumor. Hablé con Félix González, íntimo amigo y gran neurólogo, y empezaron a hacerme pruebas. Ha ido todo muy rápido, porque el tumor estaba avanzando con rapidez. Me operaron a vida o muerte. Ahora empieza lo duro de esta enfermedad. Eso sí, hace unos días no podía ni moverme y ahora puedo hablar este 'ratillo' contigo.

«Hemos ganado una batalla, pero todavía queda mucha guerra»«Hemos ganado una batalla, pero todavía queda mucha guerra» - Foto: Reyes Martínez

En este camino difícil, ¿en qué pilares te sustentas para seguir en pie?

Los pilares que he tenido toda la vida. Mi familia, fundamentalmente; y mis amigos y compañeros médicos, en los que me he apoyado y me han ayudado en todo. Ha sido todo tan rápido... pero bueno, hemos salido; ahora empieza lo 'gordo'. Ahora empieza la lucha, que es el tratamiento de esta enfermedad. Podemos decir que hemos ganado una batalla importante, pero todavía queda guerra y va a ser muy dura.

¿Qué es lo 'gordo'? ¿Qué camino sigue ahora la enfermedad?

El tumor se ha quitado, pero no entero. Hay que analizar todo lo que queda, y ya os digo que es un tumor malo y va a venir un proceso largo, de viajes a Madrid constantes. Ahora estamos en estudio para los tratamientos, pero imagino que habrá un proceso de radioterapia que durará meses y otro de quimio que durará también un tiempo. Y a esperar que las secuelas, que son físicas y van a existir, sean las menos posibles. Mi cambio de vida va a ser global porque ya no voy a pasar consulta, que es de lo que he vivido toda la vida, y eso es una situación nueva a la que me costará adaptarme, pero no me queda más remedio.

Eres médico y nadie mejor que tú puede saberlo: ¿Cuál es el mejor y el peor de los escenarios posibles?

El peor es que tengo riesgo vital en dos años. Sí, tengo claro que hay riesgo de que pueda morir en dos o tres años. Por eso voy a fijarme objetivos cercanos, y ya que profesionalmente voy a estar apartado, eso es conseguir lo que a la ciudadanía le prometí. En el mejor de los escenarios, no voy a quedar como estaba porque voy a estar más limitado a la hora de moverme, pero voy a esforzarme mucho en ese apartado físico.

En tu vida hay tres 'patas' fundamentales a nivel profesional, podríamos decir. Balonmano, Ayuntamiento y consulta...

En la consulta voy a dejar a mi hijo sustituyéndome, aunque le fastidie su vida, pero es mejor médico que yo, eso también te lo digo. En cuanto al balonmano, estaré, aunque me tengan que llevar a los sitios, porque para mí es una motivación y una diversión y por eso intentaré mantenerlo el tiempo que pueda. En cuanto al Ayuntamiento, me presenté a unas elecciones y prometí que intentaría traer cosas a Cuenca que se mantengan en el futuro. No soy de fotos, y no me las he hecho en proyectos en los que he tenido que ver y que ya son realidades o están en camino, pero hay una que sí me voy a hacer, que es la de la remodelación del centro de la ciudad.

¿Por qué tienes ese grado de responsabilidad hacia la ciudadanía a pesar de lo que te ha sucedido?

Porque mis padres me educaron así y así soy yo. Si me comprometo a algo, tiro por ese camino y lo intento conseguir... Y vamos, que lo voy a conseguir. Así soy [sonríe].

¿Has notado el cariño de la gente?

Eso es lo más importante. Has venido aquí porque quiero transmitir el agradecimiento personal por el apoyo y el ánimo que me ha dado la gente en todo este proceso. Quiero que la gente sea consciente de que no puedo atender a todo el mundo como se merece tal y como estoy. Quiero transmitirlo a través de esta entrevista. Muchas gracias por todo, de corazón, a todos los que me han escrito al WhatsApp o me han llamado.

¿Tienes algún recuerdo concreto de las horas previas a la operación o nada más salir del quirófano?

No lo recuerdo. Te mentiría si te digo lo contrario. No recuerdo cosas de atrás. Me vienen momentos, pero muy vagos. Hay dos días en torno a la operación que no recuerdo prácticamente nada.

Con lo que te ha pasado, ¿cambia tu forma de afrontar la vida?

Aprendes que puedes morir, que de un día para otro puedes no estar aquí. No me he preocupado nunca por mí, por ejemplo, nunca he tenido vacaciones... Esa lección la he aprendido. Es entender que hay realidades con las que no cuentas. Nunca había pensado que te puede pasar nada, pero entiendes que puedes 'palmar'. Eso te da libertad, también. Antes me daba respeto decir cualquier cosa, pero tengo claro qué es lo importante. Soy consciente de que he podido morir. Te dice Isidoro, y creo que no soy mal médico, que me he librado por segundos, no me acuerdo de nada; pero creo que, por momentos, he estado en el otro lado.

 

Darío Dolz: «Es una persona luchadora y tiene muchas ganas de vivir»  

Darío Dolz, alcalde de la ciudad, y compañero de Isidoro Gómez Cavero al frente de la gestión municipal, destaca tras el reencuentro con el teniente de alcalde que le ha visto «con muchas ganas de vivir, es una persona luchadora y que pelea; lo más fácil en una situación así es abandonarse y ver qué pasa, pero en él es todo lo contrario... Lo he visto, de aspecto, incluso mejor que antes de la operación, físicamente con algún impedimento importante, pero cognitivamente muy bien». 

El regidor todavía se emociona al recordar que el pasado jueves, al día siguiente de la operación, Gómez Cavero le llamó. «Me dijo que era la primera persona a la que llamaba nada más llegar a planta y, de la emoción de escuchar de nuevo su voz y tras unos días muy duros y en tensión, me hinché a llorar, lo digo con toda tranquilidad».