Fiel al relato de las últimas horas de Cristo junto a sus discípulos, antes de ser apresado en el Monte de los Olivos, la Semana Santa de Cuenca cumplió con el guión y escenificó a la perfección uno de los momentos más emotivos de los Evangelios. Amenazó lluvia desde las primeras horas de la tarde, pero el cielo quiso respetar un desfile que se desarrolló con normalidad y que será recordado por la alta participación de numerosos nazarenos de todas las edades. Y es que, además, la Procesión del Silencio congrega desde hace años a numeroso público que desde el inicio y hasta el final del recorrido acompañan las tallas de Octavio Vicent, Vicente Marín, Federico Coullaut-Valera y los cuatro conjuntos escultóricos del imaginero conquense Luis Marco Pérez.
Cabe destacar la gran presencia de público en la salida de las siete de la tarde, en San Esteban, con los pasos de La Oración en el Huerto y El Beso de Judas, la incorporación de una gran cantidad de nazarenos en El Salvador, en la salida de La Armagura, el descenso por la calle de San Pedro -una estampa única y preciosista- de San Pedro Apóstol, La Negación de San Pedro -la interpretación del Ter Me Negabis a cargo del coro Sottovoce a los pies de la Catedral- y el Ecce Homo de San Miguel, o la salida de la Santa Cena desde la Catedral, entre otros momentos vívidos.