La cabecera del Tajo ha terminado el verano con más de mil hectómetros cúbicos. Por eso la Asociación de Municipios Ribereños defiende que «la recuperación de los embalses de Entrepeñas y Buendía y sus municipios ribereños no es una quimera», Ahora bien, advierten de que requiere voluntad política para no dilapidar el ciclo húmedo en una agroindustria «que ha demostrado ser incapaz de controlarse», en alusión a la huerta del Levante. «No podemos desperdiciar la oportunidad de gestionar los embalses de otra manera y seguir creando riqueza en nuestros municipios», esgrime el presidente de la Asociación, Borja Castro.

Desde esta Asociación de Municipios Ribereños reclaman que los mil hectómetros cúbicos que hay ahora en Entrepeñas y Buendía sean el nivel mínimo «para garantizar el desarrollo de su comarca». Argumentan que el derecho como cuenca cedente debería prevalecer ante la «codicia insaciable de la agroindustria, que podría recibir el agua de tres ríos como el Tajo y seguiría pidiendo más, sin importarle siquiera el perjuicio en su propio territorio, con el Mar Menor en crisis perpetua». 

Los Ribereños reclaman un cambio urgente de las reglas de explotación, acorde a las sentencias que exigen un caudal ecológico en el río Tajo y respetuoso con la Directiva Marco del Agua europea. «El agua es vida y hacemos un uso no consuntivo, que garantiza la salud del río Tajo e incluso el agua de boca tanto en nuestra región como en el Levante», señala Castro. Añade que en la cuenca del Segura «no falta agua», sino que «sobra superficie de regadío porque es insostenible para el Tajo y para el Mar Menor».