La designación del teniente general en la reserva, Francisco José Gan Pampols, como vicepresidente del gobierno valenciano encargado de la reconstrucción y la gestión de los efectos de la DANA del pasado 29 de octubre lanza un mensaje contradictorio en varias direcciones. Supone que el presidente valenciano, Carlos Mazón no ha podido encontrar una personalidad civil de prestigio ni dentro ni fuera de su partido que quiera hacerse cargo de esa misión, quizá porque le dan por amortizado políticamente. Tampoco acierta el militar, que a su vez a nombrado a otro general de brigada en la reserva, Venancio Aguado de Diego, como su brazo derecho, al afirmar que su trabajo será puramente técnico alejado de las órdenes políticas y de las luchas intestinas que se desarrollan en cualquier gobierno y en cualquier sociedad. El general Gan Pampols tendrá que rendir cuentas de su actuación ante les Corts en la que se encuentra residenciada la representación del pueblo valenciano,
Al militar designado por Mazón es preciso desearle el mayor éxito al poner las capacidades adquiridas a lo largo de su acreditado servicio en las armas en su nuevo cometido, pero también debe saber que algunos de las virtudes que se atribuyen a los militares, como la disciplina y el compañerismo, no las verá y no las podrá imponer desde su nuevo puesto. Es ingenuo pretender que las decisiones que adopte estarán alejadas de las decisiones políticas o de los intereses partidistas de quién tarde o temprano tendrá que poner su gestión de las inundaciones al dictamen de las urnas, máxime cuando Mazón ha condicionado su continuidad al éxito de la recuperación de las consecuencias de la tragedia. De la fuerza con la que cuente para hacer cumplir sus decisiones dependerá su éxito. Los motivos por los que ha sido elegido le otorgan una autoridad y autonomía para comenzar su trabajo que deberá refrendar a lo largo de su gestión salvando los problemas burocráticos y de funcionamiento de las Administraciones que ponen freno a las urgencias que se va a encontrar. .
Flaco favor hace Carlos Mazón a la hora de tratar de abordar otro de los problemas a los que se enfrenta la sociedad española y valenciana, la desafección con la política y con quienes trabajan en ella, al presuponer que un militar está más capacitado que cualquier otro técnico civil para abordar la reconstrucción de Valencia. El prestigio y el reconocimiento ganado por las Fuerzas Armadas en los últimos años, a través de su participación en misiones de paz y por la actuación de la UME cuando ha sido necesaria, junto con la neutralidad exquisita que han demostrado los militares, ha sido utilizado tanto por el Gobierno como ahora por la oposición del PP mientras vestían el uniforme -en la reserva ha habido militares que se han incorporado a distintos partidos políticos- para reforzar sus mensajes y rodearlos de mayor credibilidad. Si muchos ciudadanos consideran que los militares pueden suplir a sus representantes y asumir competencias que quedan fuera de su ámbito, y lo refuerzan con menciones a un pasado que no ha de volver, se esta abriendo una brecha política que puede resultar muy difícil de cerrar.
La militarización de la política lanzada por Carlos Mazón es un reconocimiento más de su falta de liderazgo y de su afán de diluir su responsabilidad el 29 de octubre..