A pesar de ser médico de profesión, Isidoro Gómez Cavero no ha encontrado remedio para sanar el mal que tiene por el Rebi Balonmano Cuenca, equipo en el que lleva "toda una vida". La paciencia tiene un límite y el presidente del club lo ha alcanzado: "Me siento defraudado y desilusionado".

Cavero se posiciona como el presidente más antiguo de la Liga Asobal y afirma que "durante estos 30 años he hecho todo lo que estaba en mi mano para llevar al equipo a lo más alto. Lo hemos conseguido, pero seguimos sin tener el apoyo municipal que necesitamos para mantener este nivel".

El equipo ha escalado cimas deportivas muy importantes, como jugar competición europea en varias ocasiones o terminar segundo en liga la temporada pasada, solo por detrás del invencible Barça, pero "estar en lo más alto conlleva cumplir una serie de requisitos". Así, prosigue Gómez Cavero, "tuvimos que  comprar la pista por 52.000 euros y las luces LED por 60.000, y esos son gastos que no nos corresponden. Si Cuenca no está preparada para tener un equipo de balonmano en la élite, que no lo tenga".

Llegados a este punto, Cavero toma "una decisión definitiva" y dejará el club a final de temporada, pero según afirma "dejaré el equipo totalmente saneado y lo mejor que pueda, es decir, sin deudas e incluso con propiedades". El presidente asegura que "estoy cansado de luchar y de que no me hagan caso, por eso dejo paso a sangre nueva que quiera intentarlo".

Una decisión meditada que "no ha sido fácil de tomar, el balonmano es mi vida y es duro dejarlo después de todo lo que hemos conseguido", remata convencido el principal baluarte de la etapa dorada del balonmano conquense.