Antonio Moral, el hombre y la música

Jesús Patiño
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Antonio Moral, el hombre y la música - Foto: Fermín Rodríguez

Antonio parece un tipo serio en la distancia. Todo un señor respetable de esos que intuyes, nada más verlo por primera vez, que es importante por algo. Pero ay después…, cuando lo conoces todo da un giro copernicano. Ese señor alto, con americana, con el pelo y barba plateados, se convierte en alguien achuchable, tarea que sería fácil si no fuera porque me lleva aproximadamente un metro de estatura.

Bueno es que es, ante todo, alguien simpático, qué le vamos hacer. Algo torbellino también. Podría haberse convertido en un estirado, en esa clase de gente que se encarga de dinamitar las conexiones sociales con quienes se acercan a él, bien sea a través de expresarse con monosílabos o incluso hablándote sin mirarte, o bien mirándote, pero con una cara de lechuga que espanta. Y todo para dejar claro su estatus, no vayas a pensar que estás con un semejante. 

Pero no, ese tipo de persona no es Antonio. De lo que él se siente más orgulloso es de seguir siendo el hijo de la Lucia de Guillermo en Puebla de Almenara. Cómo no se va a sentir honrado de ser de un lugar en el que todavía, y a pesar de los años que hace que murió, hay quienes le recuerdan lo querido que era su padre y los favores que hizo. Ahora vamos por la vida como si no necesitáramos a nadie, porque tenemos un smartphone y somos ultrautosuficinetes (léase con sorna), pero en aquella época se te aparecía la Virgen si alguien te echaba una mano, y más en un pueblo pequeño. 

Pues de ahí viene Antonio Moral Rubio. «Aquí tengo mis raíces. Ser de pueblo te hace no perder la sensación de la realidad, te hace mantener los pies en el suelo. Además, un pueblo es lo más democrático que hay porque a todos se nos ve por igual, no importa tu trayectoria», me dice. 

Él se siente allí como uno más. De hecho, si le pregunto si va a volver cuando se jubile me dice que no porque nunca se ha ido. No se siente de fuera, es más, prueba de ello es que nunca ha sido pregonero de las fiestas, «algo que está reservado para los forasteros». Ahí deja eso. Como suelta estas perlas, no le cuento que yo sí que di el pregón en las fiestas de Santa María, porque seguro que me espetaría: «Ves, eres forastero», y esa frase tiene para mi tal connotación, que me dolería solo escucharla. Así que, chitón. 

Y, claro, ya hemos dado la noticia; que se jubila. Pero, espera, que va a seguir haciendo «cosillas». Cuarenta años de carrera profesional como pocas se pueden contar en este país. Un gestor cultural de éxito que sí fue profeta en su tierra, pues fue el director artístico de la Semana de Música Religiosa de Cuenca de 2001 a 2006, por lo cual recibió la Medalla de Honor del Ayuntamiento de Cuenca.


También, y sin ánimo de se exhaustivo, fundó y dirigió la revista Scherzo, creó festivales y ciclos de conciertos como los Festivales Mozart de Madrid y La Coruña, o el Ciclo de Lied en el Teatro de la Zarzuela. Diseñó y puso en marcha el Programa de Música de la Fundación Caja Madrid y fue, nada más y nada menos, que director artístico del Teatro Real de Madrid. No para ahí la cosa: Creó el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), organismo que depende del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, y que gestiona artísticamente, entre otros, el Auditorio Nacional de Música. 

Ha trabajado para el Círculo de Bellas Artes de Madrid, creó un nuevo festival en Cáceres: Atrium Musicae, impulsado por la Fundación Atrio Cáceres, y desde 2019 hasta ahora ha dirigido el Festival Internacional de Música y Danza de Granada. 

En 2024, la 73 edición del Festival de Granada ha cosechado récord histórico de espectadores, al menos 55.160, que han disfrutado de un total de 124 conciertos, de los que 64 han tenido carácter gratuito. El Festival ha multiplicado exponencialmente su difusión a través de 18 conciertos emitidos por Radio Clásica-RNE y la Unión Europea de Radiodifusión (UER), dos transmisiones televisivas en directo, realizadas por Canal Sur, y tres grabaciones en diferido difundidas por seis cadenas internacionales de televisión. La financiación se divide casi al 50% entre privada (teniendo en cuenta la recaudación de taquilla) y pública. 

Aunque este año el mecenazgo privado alcanzó un récord histórico, el director conquense no lo considera suficiente. Realizó ciertas propuestas para que al sector privado todavía le fuera más atractivo aportar fondos al Festival, incluidas fórmulas para que se obtuvieran a cambio beneficios fiscales, y esto no se produjo, de ahí su retirada, «porque no es viable». ¿No es viable? Le pregunto. «No es viable con los políticos», me responde. 

Ha tocado tantos campos diferentes, aunque todos tengan el común denominador de la música, que no sabría qué proyecto resaltar de todos ellos. No se queda con ninguno en particular, si no con la suma de todos. Es la suma la que le ha enriquecido personal y profesionalmente. Le pasa igual con los reconocimientos y distinciones, ha recibido tantas…Pero ahí sí que destaca el de 2018 como oficial de la Odre des Arts et des Letres de la República Francesa, a propuesta del Ministerio de Cultura galo. 

Ese reconocimiento «no lo he tenido institucionalmente en España», para apuntar seguidamente que no se queja, que solo compara. No es por hurgar, pero yo me preocupo por si eso le hace estar compungido, él asegura que no hay acritud en sus palabras, que solo compara. Por si es el caso de que esta publicación sea leída en el Ministerio de Cultura de Madrid y en el Ayuntamiento de su pueblo, que estoy seguro de que así es, los animo desde estas líneas a que este año le otorguen la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes y sea nombrado pregonero de las fiestas, respectivamente. Lo primero porque se lo merece, y lo segundo por joder. No, es broma, porque se lo merece también. 

Nunca una conversación con el hijo de la Lucia de Guillermo te deja indiferente, es tan claro como el agua. ¿Qué le dirías a ase niño que fue Antonio Moral? «Que iba a trabajar en lo que más le gusta, la música, y que desarrollará un trabajo que le apasiona, y encima le pagan».  Qué privilegio, apunto. De todo, lo único que no me creo es que Antonio se vaya a jubilar. Si no lo hiciera, tampoco me sorprendería, no cabe esperar menos siendo de la City of Music de Cuenca, es decir, de Puebla de Almenara, donde hay más músicos que espuertas y una banda de música con un origen casi centenario. De casta le viene al galgo.