Comer es una necesidad, comer de manera saludable es una muestra de inteligencia y amor propio al templo que constituye el cuerpo. En esa muestra de inteligencia y de amor propio al cuerpo y la mente, las elecciones a la hora de llenar la despensa ya no se basan únicamente en lo beneficioso que pueda resultar un producto, sino también en los que éste representa en lo concerniente al bienestar animal o la sostenibilidad entre otros factores. El Grupo Avícola Rujamar, con 40 años de trayectoria como empresa familiar, recoge toda la sabiduría de antaño, con los procesos naturales ligados al origen, aportando un proceso de innovación y desarrollo para hacer del huevo el súper alimento del mañana explotando al máximo todo lo que este alimento tiene que ofrecer.
Gallinas felices, huevos de oro. El gran secreto que ha hecho de Rujamar una empresa líder en el sector es un mimo a las verdaderas protagonistas del proceso: las gallinas camperas. El grupo avícola selecciona gallinas de las especies Lohman Brown e Isa Brown, ya que son estirpes específicas que resultan idóneas para las gallinas de puesta. Desde que estos especímenes llegan al refugio con apenas un día de vida, las pollitas se instalan en 'guarderías', unas naves que emulan las condiciones que tendrán en un futuro cuando estén listas para la puesta.
Es precisamente su estilo de vida el que diferencia el huevo campero de otras variedades, pues las pollitas cuentan con grandes parques exteriores a los que salen a pastorear a diario durante las horas de luz, permitiéndoles hacer mucho ejercicio. En los espacios exteriores así como en las naves existen numerosos espacios dotados de escaleras, perchas, alpacas de paja y nidos donde las gallinas pueden escarbar, picotear, bañarse al sol y rascarse las patas, dotando a los animales de una forma física excepcional, como pequeñas atletas aladas.
Esta libertad en espacios exteriores, así como los cuatro metros cuadrados con los que cada gallina cuenta se une a una alimentación diseñada a medida por los nutricionistas y veterinarios de Grupo Avícola Rujamar. Con una fórmula compuesta en su totalidad por productos vegetales, especialmente cereales entre los que destaca el maíz, minerales y vitaminas desarrollan un alimento de kilómetro cero en su propia fábrica de piensos. Es en su propia fábrica donde, gracias a una granuladora que realiza un doble proceso sanitario al pienso, Rujamar se asegura de que en cada picotazo las gallinas toman la composición exacta de materias primas para mantener su nivel de energía y que tengan un correcto desarrollo.
A esta alimentación perfectamente equilibrada y, gracias a la libertad de los espacios exteriores, se une el picoteo de insectos y brotes tiernos. Esto contribuye a producir huevos camperos de una calidad exquisita.
Consumir huevo campero además de por sus beneficios es importante debido a que supone un consumo más responsable y ético, así el estilo de vida de las gallinas ponedoras de Grupo Avícola Rujamar corresponde con los cinco principios básicos del bienestar animal.
Cómo distinguir un huevo campero. Como consumidor, el lineal del supermercado puede llegar a imponer temor a la hora de escoger correctamente un producto o diferenciarlo de otro y los huevos camperos no son una excepción. Aunque en Rujamar lo ponen fácil gracias a un embalaje sencillo, útil y eficiente que comunica de manera directa la variedad de huevo escogido, hay un truco fundamental que permitirá al consumidor distinguir un huevo campero real de uno que ha sido etiquetado como tal, pero que no lo es. El código impreso en la cáscara de los huevos es una especie de 'matrícula' que señala el tipo de cría que han tenido las gallinas y que, por tanto, diferencia un tipo de otro; en el caso de los camperos hay que buscar el número uno en el primer dígito, que confirmará que las gallinas ponedoras han sido criadas bajo los estándares de libertad que deben tener las camperas; el resto de dígitos corresponden a la procedencia del huevo.
A priori puede parecer que los huevos camperos no difieren mucho de los huevos convencionales, pero hay algunas diferencias físicas que pueden apreciarse. Debido a las condiciones de la cría y, gracias a que las gallinas no invierten toda su energía en la puesta, los camperos son de un calibre un poco menor que los huevos convencionales. Sin embargo y, como reza el dicho, lo bueno viene en envoltorios pequeños. Así es el caso de los huevos camperos que, aunque organolépticamente no difieren mucho de los huevos normales más allá de una yema más anaranjada fruto de la alimentación de las gallinas, las verdaderas diferencias se extraen más allá de la cáscara.
Gracias a la alimentación natural, libre de químicos y plaguicidas, el huevo campero cuenta con un tercio menos de colesterol, un cuarto menos de grasa saturada y es una fuente de vitamina A, Omega 3, vitamina E y betacaroteno entre otros beneficios. El método de cría además de contribuir al bienestar de los animales y a variar su alimentación también hace que se expongan al sol, poniendo huevos que también sean mucho más ricos en vitamina D.
Estos nutrientes adicionales son especialmente importantes para la salud, teniendo un impacto directo a nivel neurológico y cardiovascular, además de contribuir a la reducción del riesgo de cáncer. Todo ello hace del huevo campero un tesoro tras la cáscara.