En un mundo inmerso en la velocidad y crecer a ritmos vertiginosos, parece casi un milagro encontrar empresas que apuestan por la pertenencia y trabajar con cierto sentido sin perder de vista el espíritu emprendedor, la innovación y el crecimiento. Es el caso de Setas Meli, una empresa autóctona de la comarca conquense de la Manchuela en la que tres generaciones de una familia han puesto su ilusión, su corazón y sus ganas de crecer y emprender al servicio de su tierra.
En una región que ha generado riqueza alrededor del cultivo micológico, representando en torno al 25 por cierto de su PIB, este negocio y siendo aproximadamente un 30 por ciento de la despensa fúngica europea, Setas Meli ha crecido teniendo como base los mismos dos pilares con los que fundaron su industria: familia y empresa.
En una apuesta por las setas y los champiñones que han trabajado tantos años se han arriesgado a invertir en I+D+i para poder continuar desarrollando en los grupos operativos de desarrollo de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha nuevas vías de negocio. Como todo emprendedor con iniciativa, en Setas Meli advirtieron el problema del desperdicio en su sector, donde prácticamente un 30 por ciento de lo recolectado se desecha por condiciones como el aspecto, el tronco o el descarte. El resultado de ese desperdicio desembocaba en que, y a pesar de la ley de 2022 que versaba sobre la gestión del producto desechado, la gestión actual del sector se basa en un modelo no controlado que no registra los volúmenes vertidos, las ubicaciones donde se sitúan los puntos de vertido no son gestionadas y, por ende, no responden a los criterios técnicos pertinentes y, además, los millones de kilos vertidos producen problemas de filtraciones cuyas consecuencias no están siendo tratadas.
INNOVACIÓN PARA SOLUCIONAR PROBLEMAS. Con el objetivo de dar respuesta a este problema ambiental y económico para su sector Setas Meli trabaja codo con codo junto a la Universidad de Castilla-La Mancha en un grupo de investigación de la gestión de subproductos en el que están transformando en riqueza el desperdicio y estimulando la economía circular a través de la creación de productos de cuarta y quinta gama que lanzarán paulatinamente en los próximos dos años en los lineales de los principales supermercados, donde ya tienen presencia.
Caldos y cremas para personas con disfagia como pacientes que padecen Alzheimer o Parkinson, entre otras patologías, encontrarán en la viscosidad que las setas aportan a la textura de sus cremas y purés una solución para sus comidas. Entre estos alimentos del futuro también se incluyen caldos que refuerzan el sistema inmunológico además de toda una serie de novedades que revolucionarán el mercado micológico. Apuestas por la innovación como la que ha desarrollado esta empresa conquense generan riqueza y contribuyen al estado del bienestar en una lucha activa contra la despoblación, que es de todos, permitiendo no solo fijar población, sino atraer nuevos habitantes a la España vaciada, donde Setas Meli espera crear en torno a 45 nuevos puestos de trabajo en los próximos dos años.
La actitud no es lo que uno tiene, sino lo que uno es y las pequeñas y medianas empresas que no dejan de reinventarse, apostar por la mejora y por la innovación para convertirse en líderes del sector demuestran que el verdadero reto es trabajar con ganas e ilusión.