«No nos podíamos quedar impasibles aquí viendo la tragedia»

José Luis Enríquez
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El jefe accidental del Parque municipal de Bomberos de Cuenca describe la magnitud de la tragedia que ha causado la DANA y agradece la solidaridad de los conquenses

Jacobo Llorens, jefe accidental del Parque municipal de Bomberos - Foto: Reyes Martínez

Lodo, agua y mucho dolor por la pérdida de tantas vidas es lo que deja detrás de sí la DANA. La magnitud de la tragedia y  de la devastación es tal que aún sigue impactando a Jacobo Llorens, jefe accidental del Parque municipal de Bomberos. Junto a muchos de sus compañeros, trabajó sin descanso en Mira y en la zona cero de la DANA, en Sedaví, porque tiene muy claro que «como bombero, necesitas ir a ayudar». Y así lo hicieron con el enorme impulso de la solidaridad de los conquenses, que insiste en agradecer.

Tras estar en Mira y en Valencia. ¿Se había enfrentado alguna vez a una situación tan devastadora como la que ha ocasionado esta DANA?

A una situación de este calibre, no. Podemos diferenciar una inundación. He visto incendios forestales que han causado una devastación enorme, incluso con pérdidas humanas, pero a algo de este calibre, no. El agua ha sido mucho más destructiva y han fallecido más de 220 personas. Hemos tenido muchos daños en los bienes e infraestructuras. Lo que se ve cuando te acercas a esa zona cero es una devastación inmensa. Por ejemplo, en Mira la magnitud es importante, pero es pequeña en comparación con lo ocurrido en Valencia. Allí hemos visto algo muy diferente, avanzas con el vehículo y vas viendo devastación a ambos lados de la carretera, por cualquier calle, autovía...

¿Tienen previsto regresar?

Sí. Nos estamos reorganizando un poco porque han sido días muy intensos, especialmente porque nuestra primera misión era ir a rescatar personas. Para nosotros, además de achicar agua, la localización de las personas se centraba en los garajes, sobre todo garajes grandes. Ahora se ha visto que no hay personas en los garajes y hemos cambiado la búsqueda a otras áreas.

¿De algún modo, fue un alivio no encontrar fallecidos en los garajes en los que trabajasteis?

Íbamos concienciados para ver cadáveres y equipados con todo el material necesario. Íbamos a lo peor, pero no nos hemos encontrado lo que nos decían. En el garaje en que trabajamos en Sedaví nos decían que había entre 12 y 18 personas fallecidas. Y claro, preparas al equipo y tu mente para afrontar lo que vas a ver. Conforme iba bajando el nivel del agua pensábamos que cualquier objeto que veías flotando podía ser una persona. Esa tensión la llevas. La gente, ya solo con eso, está sufriendo. No es un simple achique de agua. Dábamos por hecho que iba a haber muertos.

¿Qué le impactó más?

Lo que más impacta son dos cosas. Primero, la gente y el silencio. Mientras trabajábamos veíamos a gente en silencio. Y luego, en el plano de los bienes, la brutalidad de los daños en vehículos, servicios básicos, todo a oscuras, gente sin agua corriente… Algo tan esencial como abrir el grifo y ducharse se había paralizado. Es el daño a todo lo que afecta a la población, la paralización de toda una vida. Una particularidad que hemos tenido, en cuanto a organización y así lo pedimos, es que íbamos a trabajar y a rescatar gente, con lo que no nos podíamos permitir paralizar nuestros trabajos. La idea era que fuera una dotación, trabajaba 24 horas y se reemplazaba al día siguiente por otra dotación. Establecíamos descansos para el control de las electrobombas, del grupo electrógeno, para que todo funcionase perfectamente. Otros equipos se retiraban de la zona por la noche, pero nosotros entendimos que debíamos mantenernos las 24 horas por la prioridad de los rescates.

¿En esa situación tan apocalíptica, cómo desconectan?

Creo que hacer esos relevos diarios, ayuda. El conductor es el que más tenía que descansar para garantizar la seguridad en el traslado y la vuelta a casa. Nosotros vamos a una misión y una vez que finalizamos, desconectamos. Allí era un poco lo mismo. Utilizamos un poco nuestros métodos tradicionales. La desconexión la hacemos cuando regresas de la zona de operaciones. Es importante hablar con el grupo y compartir experiencias. Muchas veces digo que cuando tenemos algo traumático lo más importante es tratar de soltar 'el bicho'. Es mejor no quedártelo dentro. Afortunadamente, no vimos lo que imaginábamos, pero la tensión que vives por la situación hace que imagines cosas. 

¿Está orgulloso de la respuesta de sus compañeros?

Como responsable del servicio, estoy muy satisfecho y enormemente agradecido a mis compañeros porque hemos conformado un superequipo, y lo digo así. Día tras día, había gente voluntaria con disposición para ir. Nos hemos organizado muy bien y hemos rellenado como otro turno de trabajo. La sensación ha sido de una participación inmensa y tengo una enorme gratitud para todos mis compañeros por el esfuerzo que han hecho. Como bombero, necesitas ir a ayudar. Estás viendo imágenes de tanta penuria y desastre... y sabes cómo trabajar en estas situaciones. Necesitábamos ir. Se lo dije al alcalde, porque es que nos llama la profesión. No nos podíamos quedar impasibles aquí viendo pasar la tragedia. Otra cosa es que hay que pensar que esto les ha ocurrido a ellos, pero el día de mañana nos puede ocurrir a nosotros. 

¿Qué conclusiones saca de esta experiencia?

La experiencia es tremendamente importante. Esto no es un curso. Lo que estás viendo es el caos, la dimensión enorme de un desastre. ¿Qué estamos haciendo los servicios de emergencia? ¿En qué nos estamos centrando? ¿Dónde no estamos llegando? ¿Qué necesita la población? Es decir, tienes una capacidad de aprendizaje de muchas cosas. En un curso te ponen una diapositiva e interpretas, pero aquí no interpretas. 

¿Han sentido el cariño de la gente? ¿Cómo lo describe?

Poder conectar con la gente ha sido fantástico. De hecho, venía mucha población a saludarnos y decían: 'Hombre, que sois de Cuenca'. Hay muchas familias en la zona con raíces en Cuenca y la región. Todo el mundo nos decía: 'Gracias, muchas gracias'. Ese era el lema por todos los sitios a los que íbamos. Hemos sentido mucho cariño. Es verdad que te motivaba para seguir trabajando, a pesar de estar cansados, para que esta gente recupere la normalidad cuanto antes.

Mucha gente se ha volcado para ayudar. ¿Qué te parece la labor de los voluntarios?

Fantástica. Ha ido a ayudar mucha gente de Protección Civil y muchísimos voluntarios. Había mucha comunicación y la colaboración ha sido brutal. A nadie le importado mancharse, ensuciarse… Era como un chorro de solidaridad y de ayuda entre unos y otros por todos los sitios. Era inmenso. Se veía mucha unión. Todo el mundo trabajando en equipo.

¿Es la mejor sensación que se lleva?

Sí. Dentro del caos y la devastación, porque hay que entender que no hay bomberos para cada rincón. Lo que mejor sensación me ha causado es la unión de todos. Es una sensación de acogida que es increíble. 

¿Falta cultura de prevención en la ciudadanía?
Quizá damos por hecho que cualquier institución y entidad se van a encargar de solucionarnos todo. La gente, en general, tiene que pensar en la autoprotección. Somos vulnerables para muchas situaciones. Tenemos que ser conscientes de que somos vulnerables y hay que tener una cierta manera de protegernos. La cultura preventiva ya surge de que cada persona tiene que cuidarse, respetar las normas, llevar a cabo medidas preventivas en tu propia casa. Por ejemplo, con los incendios, un simple detector de humo puede avisar si estamos durmiendo para que tengamos la capacidad de poder evacuar o desalojar la vivienda. Son pequeños elementos que nos pueden salvar la vida, que a lo mejor pueden costar entre 10 y 20 euros, y que en ocasiones la gente o lo desconoce o no lo lleva a efecto porque no sabe cómo hacerlo.

¿Cree que con la tragedia de la DANA habrá un antes y después?

A todo el personal que trabaje en el mundo de las emergencias le va a hace pensar. Todo el mundo se va a preguntar: '¿Si esto nos hubiera pasado a nosotros, estamos preparados?'. 

¿En Cuenca están preparados para actuar en zonas inundables?

Aquí hay una cosa que tenemos que decir. En Valencia, los responsables de bomberos nos decían que llevábamos electrobombas de achique de agua que son más potentes que las de otros servicios. Desde hace años hacemos acopio de materiales, en este caso de electrobombas, porque sabemos que cuando vienen grandes avenidas de agua importantes o lluvias torrenciales, muchos garajes se inundan. Tenemos una experiencia sobre las inundaciones y tenemos un equipamiento más adaptado que otros servicios. Por eso, una de las misiones más importantes era ir a centros comerciales, a aparcamientos de mucha envergadura, para que tuviésemos capacidad de extracción. 

¿Si vuelve a suceder algo así, sería el primero en decir que quiere ir ayudar?
Sí, claro. La experiencia es importantísima. Primero porque nos necesitan y hay que hacerlo en el momento, no después. Para nosotros, los bomberos, ayudar va en nuestra filosofía. Estamos para ayudar, para proteger al ciudadano. Hemos estado en Mira, en Valencia y siempre que tengamos la autorización de poder salir, lo haremos.

 ¿Qué le llamó la atención en Mira en comparación con Valencia?
Es menor la magnitud, pero igual en cuanto a la cercanía por parte de la ciudadanía. El acogimiento fue inmenso. En Mira si que cabe decir que las edificaciones se han visto muy debilitadas. Han sufrido un impacto importante por parte del agua y hay edificios con riesgo de derrumbe. Hemos tenido que hacer trabajos de apuntalamientos. Durante los trabajos hubo colapsos, cayeron suelos de primeras plantas, porque hay cuevas y una vez que el terreno se iba humedeciendo, se debilitaba. Ha habido algunos sustos. Hicimos una misión importante junto a los bomberos de la Diputación. El trabajo fue intenso y una buena experiencia para acondicionar nuestros equipos e ir a Valencia.

En el parque se habilitó un punto de recogida de ayuda y los conquenses han dado la talla. ¿No?

Sí. Quiero dar un agradecimiento a la población de Cuenca porque cuando se habilitó desde el Ayuntamiento este punto para la recogida de material, ha sido tanta la gente que ha venido a traer cosas que se lo agradecemos enormemente. No sólo los bomberos de Cuenca hemos ido, sino que toda la ciudadanía se tiene que sentir satisfecha de la ayuda que ha facilitado a la gente de Valencia. Hemos visto la aportación de tanto material que ha sido necesaria la movilización de muchos vehículos para desplazarlo a la zona afectada. Se ha llevado mucho material a Sollana, municipio valenciano que hacía de base logística. También quiero agradecer la labor de los voluntarios de Protección Civil del Ayuntamiento, que han participado horas y horas para organizar esa ayuda y poder enviarla. Lo que ha pasado en Valencia ha hecho un efecto llamada de solidaridad a tanta gente que todo el mundo tiene que sentirse satisfecho. Tenemos que decir que los españoles somos un pueblo solidario.