El Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC) lanzaba a mediados de la pasada semana una alerta sanitaria ante el importante repunte de la tosferina en Europa, donde a lo largo de 2023 y hasta abril de este año se han detectado unos 60.000 casos, diez veces más que en 2021 o 2022.
Epidemia de tosferina que ya ha cruzado los Pirineos y, por ejemplo, en Cataluña ya se contabilizaban la semana pasada más de 11.000 casos desde enero. Una situación que, sin embargo, Cuenca ha logrado sortear, a tenor de las cifras arrojadas en los cuatro primeros meses del año.
Y es que, tal y como ha confirmado a La Tribuna el delegado provincial de Sanidad, José María Pastor, en el área sanitaria de Cuenca sólo se tiene constancia de un total de 25 casos de tosferina, poco más de uno de media a la semana, pero, eso sí, todos ellos de carácter leve, hasta el punto de que ninguno de los afectados ha requerido hospitalización o alguna otra actuación.
Pastor reconoce que «atisbamos un aumento de los casos de tosferina a mitad del ejercicio anterior, pero ni mucho menos es preocupante». De hecho, no duda en transmitir un mensaje de tranquilidad a la población conquense, porque «no son cifras que nos digan que estamos en una mala situación y, por lo tanto, no entrañan ningún riesgo vital para las personas».
Es por ello que el delegado provincial de Sanidad insiste en subrayar que «nos ampara un buen nivel de cobertura vacunal entre la población conquense y un buen servicio sanitario, que atiende a nuestros usuarios, de ahí que estemos hablando siempre de casos de tosferina con cuadros leves».
Como consecuencia, Pastor asevera que «podemos hablar de una situación más que controlada en el área sanitaria de Cuenca y que no es ni alarmante ni preocupante», aunque, eso sí, reconoce que «percibimos que en los años 2020 y 2022 por las restricciones y el uso de las mascarillas, se rompió la secuenciación habitual de esta enfermedad en fases de tres a cinco años, lo que ha hecho que se empiecen a dar los casos entre los años 2023 y 2024».
Grado de vacunación. Pone el foco, asimismo, en el buen nivel de vacunación contra la tosferina existente en nuestra provincia, lo que está impidiendo que los casos revistan gravedad, de ahí que anime a la gente a «cumplir en la medida de lo posible con el calendario vacunal, que pasa por administrar una dosis a las mujeres embarazadas de entre 27 y 36 semanas para que generen inmunidad en el feto a la hora de nacer y hasta los dos meses, momento en el que se le pondrá la primera vacuna al bebé y que se repetirá a los cuatro meses y a los once, mientras que a los seis años le tocará el turno a la dosis de recuerdo».
Algo importante, sin duda, que, desde su punto de vista, está permitiendo que «ahora estemos hablando de tranquilidad, certidumbre y seguridad a nuestros pacientes».
Actuación. Pero ¿cómo se actúa ante la detección de un posible caso de tosferina». Pues, tal y como explica el propio delegado, ante la detección de un caso positivo, «desde la Sección de Epidemiología del Servicio de Salud Pública de la Delegación Provincial de Sanidad, se investiga y se hace una revisión general de la historia clínica del paciente para poder buscar tanto los contactos estrechos como esporádicos para hacer las recomendaciones sanitarias que corresponden en los protocolos establecidos, tanto a nivel nacional como regional».
Pero, la intervención no acaba ahí y, según precisa Pastor, «después se pasa a acometer una acción muy importante, como es identificar a esos contactos de algo riesgo dentro de los más estrechos, como menores de edad, mujeres en las tres últimas semanas de embarazo, niños no vacunados o parcialmente vacunados, profesionales sanitarios, personal de guardería o de centros de Educación Infantil, inmunodeprimidos y personas con enfermedades crónicas, como asma, fibrosis quística o cardiopatía congénita; es decir, hacemos una evaluación global del entorno más cercano al paciente, de tal manera que a veces se llevan a cabo muchos estudios, pero realmente casos como tales se identifican, como se puede comprobar, pocos».
Una enfermedad que causa epidemias, incluso en países con una alta tasa de vacunación, en fases que van de tres a cinco años y que afecta con mayor virulencia a los bebés de menos de seis meses no vacunados o parcialmente inmunizados, que pueden requerir hospitalización o, incluso, morir a causa de esta bacteria altamente infecciosa.