Decía Daniel Caballero cuando acabó la última carrera que «su padre se sentiría orgulloso de él», y que «la única pega que le pongo a esto es que él no me haya visto correr en ninguna carrera», aunque la realidad difiere bastante de sus pensamientos en algunos casos.
Porque su padre ha visto perfectamente cómo ha logrado coronar las doce maratones en doce meses por doce tipos de cáncer diferentes. También ha visto cómo, a pesar de recibir un 'palo' de esos que te dejan en la lona, inconsciente y sin fuerzas, su hijo se levantó y coronaba la primera carrera tan solo tres días después. Cómo ha ido recorriendo kilómetros en coche, en avión o en autobús para ir completando la hoja de ruta que inició en su cabeza, poco a poco, mes a mes, y siempre luchando contra frío, cerros, nieve, niebla y condiciones extremas que a cualquiera le harían plantearse el abandono, pero que superó acompañado por los suyos, los fieles, los que nunca le han dejado solo, los que le han alentado cuando las fuerzas escaseaban.
El atleta de Tarancón se funde en un abrazo con su madre, Soledad Hurtado. - Foto: A.F.
El 'jefe' también ha podido deleitarse viendo a su hijo planificar una carrera única e irrepetible por las calles y los senderos donde ha preparado, una a una, las doce pruebas de las que constaba este desafío, y crear un recorrido alrededor de 42 kilómetros, según él, «suave, pero divertido de correr».
Daniel Caballero posa junto a su familia con la bandera del reto contra el cáncer. - Foto: A.F.Y lo más impactante de todo, Jesús Caballero ha visto cómo su hijo ha creado un movimiento social, cómo el lema 12 meses tumores maratones ha traspasado fronteras, ha llegado al corazón de la gente, hasta volcar a un pueblo entero, a sus autoridades, empresas y a todos sus vecinos para colaborar con una causa noble. Y así, lo que comenzó con una idea que parecía una locura, se convirtió en una hazaña única y conmovedora, que logró sacar a la gente de sus casas, a pesar de la intensa niebla que impedía ver más allá de la siguiente zancada, haciendo que cada paso fuera una apuesta incierta, para conseguir fomentar el deporte en el pueblo, que vio cómo, andando o corriendo, casi 400 personas le acompañaron en su recorrido, aunque lo importante en este caso no era ganar, sino colaborar en un sueño en el que las expectativas iniciales eran recaudar 3.000 euros para la lucha contra esta maldita enfermedad, pero que ya han sobrepasado los 30.000, siendo la causa número uno de donaciones en todo el país. Y, por supuesto, pudo ver una llegada a meta absolutamente emotiva, en la que su hijo señaló al cielo, como siempre hacía, que provocó el llanto de todos los allí presentes.
Daniel, es verdad que tu padre, tu «referente», está orgulloso de ti, pero, sobre todo, lo está por tu manera de demostrar que la fuerza de voluntad, la solidaridad y el amor familiar pueden superar cualquier obstáculo, dejando una huella imborrable en quienes fueron parte de este inspirador proyecto.