Algunos socialistas se han puesto como hidras. La vicepresidenta Calviño ha dicho incluso que "cuanto te llama el presidente, se va" porque es una cuestión de respeto. Tiene razón, pero habría que indicar a la vicepresidenta que es difícil respetar a quien no se respeta a sí mismo, se ha convertido un hombre sin palabra y que ha engañado a quienes confiaban en él. Por eso ha advertido Feijóo que no es seguro que acuda a la llamada.
En las tres citas anteriores -no lo dice él, pero es de dominio público- no fue tratado con el menor respeto. En la primera entrevista entregó a Pedro Sánchez una carpeta con sus proyectos económicos para intentar llegar a algún tipo de acuerdo; el presidente hizo alarde, y sigue haciendo, de no haberla abierto.
Luego, cuando González Pons negoció con Bolaños la renovación del CGPJ y llegaron a un acuerdo que avaló el presidente, al dirigente del PP se le ocurrió preguntar si era cierto que el gobierno pretendía anular el delito de sedición, y el ministro le respondió que no, que de ninguna manera, que no se preocupara. A las pocas horas se anunciaba la intención del gobierno de hacer desaparecer ese delito, como habían exigido los independentistas. Y aún siguen Sánchez, el gobierno y el sanchismo en pleno culpando al PP de que bloquea la renovación del Consejo… Con un presidente así, la interlocución es imposible. Se comprende que Feijóo dude sobre acudir a una nueva entrevista en Moncloa. ¿Para qué?
Jamás en la historia de la democracia se ha visto a un presidente que no haya asumido su programa electoral sino el de los partidos que le permiten seguir gobernando aunque no ganó las elecciones. Es Puigdemont quien manda en el gobierno, y Otegi, y Junqueras; en menor grado, Aitor Esteban, al que se le está poniendo una cara de traicionado que debe preocupar al militante peneuvista. Sánchez solo se casa con los que le aportan más escaños en el Congreso, y se ha aliado por tanto con independentistas y con Bildu, que no son precisamente lo mejor de cada casa.
Si se concreta el plantón de Feijóo al presidente de gobierno, habrá acertado el presidente del PP. Ya está bien el mangoneo de Pedro Sánchez ante cualquier compromiso, el atacar para defenderse de lo indefendible, la mentira como fórmula para mantenerse en el poder. Ha engañado a sus militantes, a los votantes que creyeron de buena fe en su programa electoral y en el tan mencionado gobierno de progreso; que no tiene nada de progresista porque lo han impuesto partidos de trayectoria conservadora y, sobre todo, de trayectoria antiespañola. Aunque Sánchez prometió defender a España y a los españoles, solo defiende a quienes pretenden romper con España y romper España.
Con un personaje así, millones de españoles estarían entusiasmados de demostrarle su desafecto dándole plantón. Porque millones de españoles están hartos de que solo cumpla con los disidentes. Al resto, ni agua.