Semillas sin fronteras

Manu Reina
-

El CEIP Santa Ana comparte experiencias, cultura e idiomas con alumnos y docentes de un colegio eslovaco antes de devolver la visita

Semillas sin fronteras - Foto: Reyes Martínez

Un colegio conquense se ha convertido en escenario de un proyecto con alma europea y vocación ecológica. El CEIP Santa Ana no solo enseña a sus alumnos matemáticas o lengua. Les muestra, con las menos en la tierra y la mente en el mundo, cómo construir un futuro más verde y compartido, de la mano de alumnos de otros países europeos.

Y es que durante el presente curso, este centro lidera el programa Eramus+ Eurowarriors Across Europe junto a otros dos centros, como es la Agrupación de Escuelas de Resende (Portugal) y Rakovec nad Ondavou (Eslovaquia). Una aventura educativa que combina innovación tecnológica, sostenibilidad y, sobre todo, humanidad.
«El proyecto consiste en una acción de movilidad en la cual siete alumnos del colegio de Rakovec, en el este de Eslovaquia, han venido aquí junto con tres de sus profesoras para pasar una semana realizando actividades culturales y educativas», explica

Andrés Ramos, director del CEIP Santa Ana. «Los niños están alojados con familias de nuestros alumnos, y las profesoras asisten a las clases para ver cómo trabajamos.» Es una semana «muy intensa, llena de aprendizajes, con distintos talleres y visitas guiadas por Cuenca, Madrid o Valencia, por ejemplo». 

La experiencia es mutua. Hace unos meses, Andrés y una profesora viajaron a Eslovaquia. «Nos sorprendió el nivel de implicación de su comunidad educativa», relata. «Nos llevamos muchas ideas para implementar aquí, como el huerto escolar domótico que estamos desarrollando con sensores y riego automático».
Uno de los momentos más simbólicos fue la elección del logo del proyecto, votado por todos los colegios participantes. El ganador fue Erick Heredia, alumno del CEIP Santa Ana. Un gesto que resume el espíritu de colaboración y creatividad que impregna la iniciativa.

Para los visitantes, la experiencia también ha sido reveladora. Mariana Ivanová, docente eslovaca, no esconde su admiración. «Cuenca es una ciudad preciosa y acogedora». Pero lo que «más me ha impresionado es la forma en que los profesores trabajan con los alumnos, cómo los motivan, cómo los hacen sentir protagonistas». Su compatriota, el joven alumno Timotej Suhajda, asiente con una sonrisa tímida. «Me gusta mucho el colegio, los compañeros son amables». 

Los alumnos españoles también se están empapando de esta convivencia. Maia Vaquero, alumna del CEIP La Paz que acoge a dos niños eslovacos, lo resume con naturalidad. «Me está gustando mucho. Es bonito aprender palabras en su idioma y ver cómo viven ellos». David Valera, su compañero, añade que lo mejor es «cómo estamos aprendiendo juntos».

El viaje no termina aquí. En mayo, seis alumnos, junto a docentes, del CEIP Santa Ana cruzarán Europa para vivir en primera persona el día a día en la escuela de Rakovec. «Este tipo de proyectos son una oportunidad única para nuestros alumnos, porque salen de su entorno, aprenden a convivir, respetar y compartir», explica. «Es una semilla que sembramos hoy y que dará frutos durante toda su vida», sentencia Ramos. Además, el próximo curso será el turno de viajar al colegio portugués para vivir nuevas experiencias.