El olor y sabor de dulces como el algodón de azúcar, subirse a atracciones sin conocer la palabra miedo, la compañía de la familia y, tal vez, el primer amor, son experiencias comunes durante las fiestas de cualquier lugar. También permanece grabadas en el imaginario colectivo de varias generaciones de conquenses que han sabido disfrutar de su Feria y Fiestas. Por eso, si hay un lugar en el mundo que durante unos días se convierte en el sitio preferido de cualquier niño o joven son las fiestas de su ciudad.
Una de las mejores oportunidades para regresar a la infancia y que esa característica sonrisa de felicidad se dibuje en el rostro está en el recinto ferial. Es allí donde la memoria de los conquenses encuentra su refugio cada año, como si el paso del tiempo no hiciera mella. Y es que hacer el esfuerzo de recordar la felicidad durante las fiestas corrobora la famosa afirmación del poeta Rainer Maria Rilke, esa que asegura que «la verdadera patria del hombre es la infancia».
Ya sean los castillos de arena o las verbenas en el parque de Santa Ana, las atracciones en la Resinera, en el parque de Los Moralejos o en la actual ubicación del recinto ferial, cada conquense conserva sus recuerdos. La Tribuna ha solicitado a un grupo de conocidos conquenses, representantes de distintos ámbitos de la sociedad, que hicieran un pequeño ejercicio de memoria para recordar aquellos momentos que les hicieron felices durante la Feria y Fiestas de San Julián.
Los recuerdos, pese a que a alguno de ellos la petición les pilló por sorpresa, no tardaron en aflorar. Los hay de todo tipo. Unos rememoran la «impresión que les causaban los Gigantes y Cabezudos, las paseos en familia por el recinto ferial con la ilusión de subirse en las llamativas atracciones. Otros se decantan por los guiñoles en el Parque de San Julián, el circo o el Teatro Chino Manolita Chen. También gozan de mucho beneplácito los conciertos en la plaza de toros o más recientemente en el Serranía y en La Fuensanta, donde en los últimos años suena la música en vivo. También hay quien echa de menos los fuegos artificiales y la traca final en Carretería, que durante años pusieron el colofón a la Feria y Fiestas.
Mirar atrás, con cierta nostalgia pero sin perder la sonrisa, permite recuperar inolvidables escenas familiares con personas queridas que ya no están en este mundo. Un 'milagro' que se repite cada año.