Una lectura múltiple

Juanjo del Toro
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La taranconera Antonia Fernández, miembro de la Racal, destaca por sus notables aportaciones en la investigación del papel de la mujer

Antonia Fernández Valencia posa para ‘La Tribuna’ en la Biblioteca Municipal Luis Rius de Tarancón. - Foto: JJ.TT.

Hay carreras y profesiones cuya dedicación y pasión traspasan la temporalidad hasta ser una parte esencial de la vida de las personas que decidieron en su momento embarcarse en esa aventura. La taranconera Antonia Fernández Valencia es ejemplo de esto, ya que en su jubilación sigue adentrándose en nuevos retos e investigaciones dentro del campo por el que siempre apostó, como es el trasfondo que tienen las artes y las letras. Un mundo en el que entró a través de la docencia que arrancaría en su pueblo natal, dando clases durante un año en el colegio Melchor Cano, impartiendo clase de Ciencias Sociales en lo que entonces era la Primaria. 

«Me propusieron incorporarme a la Cátedra de Geografía e Historia de la Escuela de Magisterio María Díaz Jiménez, ahí comenzó mi trayectoria académica», comenta Fernández de un inicio que sin saberlo marcaría todo su camino vital. Una senda que no le pillaba de nuevas, ya que había estudiado con anterioridad en la Universidad Complutense, donde conoció la obra de Don José María Jover, un historiador que marcó el inicio de su andadura en el mundo de la investigación que posteriormente desarrolló en dos vías.

«La primera parte fue fundamentalmente académica y docente, me exigía mucho tiempo y lectura», señala la académica que a partir de mediados de la década de los ochenta empezó a trabajar en aspectos relativos a la historia de las mujeres, una línea que continuó tanto en investigación como en docencia, fundando asignaturas de historia de las mujeres en la Complutense y en el centro para alumnado universitario norteamericano, IES-Madrid. 

«He desarrollado una línea de manera muy placentera como es la de Géneros y Museos para saber cómo leer las iconografías desde una perspectiva femenina y no androcéntrica que enriquezca la visión clásica más formalista», apunta la taranconera del proyecto que comenzó junto con Marian López Fernandez-Cao y Asunción Bernárdez en 2009 como momento que le hizo «dar el salto» de la pintura al mundo objetual. Un momento «clave» para la carrera de Antonia al entrar con itinerarios en femenino para importantes instituciones como el Museo del Prado, el Reina Sofía o el Arqueológico Nacional entre otros. «Siempre desarrollé mi vida entorno a la idea sobre la imagen de las mujeres y el discurso que se transmite sobre ellas a través del discurso iconográfico», subraya la investigadora de la importancia de su estudio en todos los campos de transmisión de cultura como los archivos, que denomina como «complemento perfecto» para conectar con la vida de su tiempo. 

En cuanto a sus aspectos más de raíz, recuerda con nostalgia y orgullo el apoyo de su familia y concretamente de sus padres. «He tenido la suerte de criarme en un ambiente de igualdad donde mi madre brindó un apoyo imprescindible al negocio y mi padre nos supo valorar, mis iniciativas siempre tuvieron su apoyo y apostaron por mi educación con gusto», señala la estudiosa de una época en la que las desigualdades estaban muy marcadas en la sociedad española y que reconoce como un aliciente a que siguiese también estas vías de estudio. 

Un camino por la igualdad. Tras muchos años apostando por la senda de la igualdad en las ciencias sociales, apunta como «punto de inflexión» la ponencia sobre El género como categoría de análisis para la enseñanza en la que participó en 2004 por sus múltiples aportaciones en obras colectivas de sus demás compañeras.

Con la invitación a formar parte de la Real Academia Conquense de las Artes y las Letras como uno de los últimos acontecimientos reseñables de su vida, Antonia se convierte en la primera taranconera en formar parte de esta prestigiosa entidad. Reconoce que es una «gran responsabilidad» en la que asegura que contribuirá «en la medida de lo que pueda».

«Pondré mi compromiso a apoyar el desarrollo cultural de Cuenca y el conocimiento de su historia», puntualiza la taranconera como reflexión a la guinda del pastel de todas las vivencias en las que siempre tuvo presente su tierra. 

«Todos los documentos de archivo que he trabajado en mis aulas son en un 80% de la provincia de Cuenca», afirma la profesora cuya trayectoria por velar en la transmisión de conocimientos a través del arte confirman la relevancia de su persona en la expresión de las realidades que han vivido durante siglos las mujeres y que pasaron a segundo plano. Es la labor de mujeres como Antonia la que sirven como caja de resonancia para dar voz a todas aquellas compañeras silenciadas a lo largo de la historia pero que siempre estuvieron presentes en la aportación de la historia y la cultura mundial.