Hace escasas semanas, las autoridades estadounidenses asestaron uno de los golpes más importantes de las últimas décadas al narcotráfico: la detención en El Paso (Texas) de Ismael el Mayo Zambada, uno de los cofundadores y líderes del Cártel de Sinaloa, famosa por ser una de las organizaciones que monopolizan el negocio de las drogas. De esta manera, pusieron fin a una era dominada por la Vieja Guardia, donde él y Joaquín el Chapo Guzmán fueron las principales caras visibles que ordenaban la distribución de miles de kilos de cocaína, marihuana, metanfetamina y otros opiáceos por Estados Unidos y el resto del mundo. Además, el arresto también puede ventilar más detalles sobre la conexión del cártel con el Gobierno mexicano, donde, por ejemplo, su presidente, Andrés López Obrador, se aprovechó en 2006 de entre dos y cuatro millones de euros para financiar su campaña electoral.
Durante mucho tiempo, no se supo gran cosa acerca de el Mayo Zambada, pero su reciente captura, a los 76 años, ha despertado las elucubraciones sobre el misterio y las supuestas traiciones que la rodean. Por el momento, el capo será trasladado el próximo mes a Nueva York y su caso pasará al mismo tribunal que hace un lustro emitió una histórica sentencia de cadena perpetua contra el Chapo Guzmán, su otrora socio.
Para EEUU, el proceso será de una inmensa importancia para cerrar este capítulo en la historia del cártel. Su captura es una pieza esencial en el rompecabezas que las autoridades estadounidenses han armado para perseguir a el Mayo, donde dos de sus hijos, el Vicentillo y Jesús el Rey Zambada, también fueron detenidos, aunque fueron liberados de prisión hace un año tras colaborar con la Justicia.
Durante ese proceso, los sucesores de el Mayo ofrecieron declaraciones conectando el cártel con la clase política mexicana: Jesús aseguró haber entregado «personalmente» millones de dólares en sobornos al entonces secretario de Seguridad, Genaro García Luna; el Vicentillo, por su parte, aseguró que su padre tenía un presupuesto mensual de hasta un millón para comprar a funcionarios de alto rango.
No obstante, la información que el Mayo tiene en su poder sobre los nexos entre el narcotráfico y los diferentes gobiernos mexicanos será un elemento clave porque podría usarla como herramienta para pactar un acuerdo de culpabilidad con la Fiscalía.
La acusación contra el Mayo en Nueva York es la única de las cuatro que enfrenta en EEUU que menciona el tráfico de fentanilo, un potente opioide que ha generado una grave crisis de muertes por sobredosis en el país y que se ha convertido en el centro de la política antidrogas. Este nuevo cargo podría agravar la condena final a la que se vería expuesta el capo mexicano.
Emboscada
Pero el misterio que rodea a la detención de el Mayo es lo que ha agitado el polvorín en Sinaloa en los últimos días, donde ha habido 10 muertes, todas relacionadas con el arresto. El cofundador del cártel y Guzmán López, hijo de el Chapo, fueron arrestados el pasado 25 de julio al descender de un avión en un aeropuerto a las afueras de El Paso (Texas), en una operación conjunta entre los cuerpos de seguridad estadounidenses FBI y DEA.
El Mayo ya confirmó hace una semana en un escrito difundido por su abogado que fue llevado a EEUU «por la fuerza» tras ser «engañado» por Guzmán López. Todo se remonta a la noche del arresto, donde el capo tuvo un encuentro con dos de los hijos de el Chapo, Guzmán e Iván, para «resolver las diferencias entre los líderes políticos de Sinaloa».
Al entrar a una habitación, el Mayo relató que le «tendieron una emboscada». «Un grupo de hombres me tiró al suelo y me colocó una capucha de color oscuro en la cabeza», aseguró. Cuando Guzmán le quito la capucha, estaba atado en el avión de camino a El Paso. «La idea de que me entregué o cooperé es completamente falsa», confirmó.