Beatriz de Suabia fue la primera esposa de Fernando III, reina consorte de Castilla y León y madre de Alfonso X el Sabio. Hay constancia documental de su relación con Cuenca, noticias de su estancia en la ciudad, acompañando a su marido el rey, y cartas en las que el rey ordenaba que la reina permaneciera en nuestra ciudad mientras él guerreaba en tierras de La Serena contra los moros. Todo esto ocurrió cuando las tropas andalusíes habían tomado el castillo de Capilla, también llamado Capela en la frontera con el reino de Granada. También hay testimonios artísticos, musicales, literarios y arquitectónicos, que son muestras de la relación de esta reina con Cuenca. Testimonios que giran en torno a un milagro que hizo la virgen para curar a la reina enferma, recogido por su hijo Alfonso X en una de sus cantigas, en concreto la número 256.
En la cantiga, el rey Sabio asegura que es un hecho cierto porque lo presenció él. Según Rubio Flores, la reina, embarazada de su tercer hijo, acudió a Cuenca con sus dos hijos mayores, Alfonso, que por aquel entonces tenía cinco años, y Fadrique, con sólo tres. La grave enfermedad de la madre, que los médicos más importantes de la corte aseguraban era mortal, debió de impresionar mucho a unos niños en esas edades. De ahí que el mayor, al llegar a la edad adulta, recuerde aquella experiencia tan dolorosa al escribir sus Cantigas.
El hijo que esperaba la reina y que nació en esta ciudad, según unas fuentes, debió de ser el infante Fernando, pero otras dicen que fue una de sus hijas. En lo que sí coinciden es en que la reina vino embarazada a nuestra ciudad y se puso gravemente enferma, con una fiebre muy alta que los físicos que la acompañaban no podían curar. Una enfermedad habitual en el postparto, que en aquella época llevaba a muchas parturientas a la tumba. La cantiga nos describe a los médicos que acompañaban a la reina Beatriz, incluso los presenta hablando en estilo directo. Dice de ellos que procedían de Montpellier y hacen el diagnóstico sobre la enfermedad de su paciente en el siguiente diálogo: «No vivirá» y «Seguro, de esta no escapará».
El otro personaje que habla en la cantiga es la reina, que da muestras de su gran fe en la virgen. Refiriéndose a la imagen sagrada, dice: «Esta se quedará a mi lado / A quien tiene esperanza muy grande en la Virgen Gloriosa… Pues en cuanto yo vea su imagen, estoy segura / de que curaré inmediatamente de todos estos males, por eso, acercádmela y le besará / las manos y los pies, pues me hará mucho bien».
La reina Beatriz, nombre que adopta al venir a Castilla –ya que en Alemania, su país de nacimiento, se llamaba Isabel– nació en 1198, en la corte germana. Sus padres eran Felipe de Suabia, emperador del Sacro Imperio Germánico, y la emperatriz Irene, hija del otro emperador cristiano, el de Bizancio, Isaac Ángel. Era nieta, por tanto, del emperador Federico I Barbarroja.
Su padre murió asesinado y su rival acogió a Beatriz y prometió casarse con ella. Más tarde siendo emperador su primo Federico II, se la llevó a su Corte, que era la más culta de Europa, y allí es donde se educó y donde se acordó su boda con el rey de Castilla y León. En su viaje a Castilla para casarse, acompañada por un numeroso séquito de clérigos y caballeros de la nobleza, pasaron por París para que la reina de Francia, la esposa de Luis VIII, tía materna del novio pudiera conocerla. Esta reina, doña Blanca, era hermana de doña Berenguela, hijas las dos del rey Alfonso VIII, el conquistador de Cuenca, y de Leonor, hija de la célebre Leonor de Aquitania. Doña Berenguela, la madre del novio, les salió al encuentro en Vitoria. Dicen las crónicas que suegra y nuera eran muy religiosas y se llevaban muy bien.
Aparecen juntas acompañando al rey en algunos documentos, en otros se habla de la intercesión de ambas para que Fernando III perdone el castigo a dos nobles. La boda se celebró el 30 de noviembre de 1219 en la catedral de Burgos. El cronista citado cuenta que estuvieron de luna de miel en esta ciudad hasta el día de Reyes del año siguiente en que se trasladaron con la Corte a Valladolid. La novia tenía 21 años y el novio 18. Vivieron muy unidos, y ella lo acompañaba en sus viajes. Los unía la religión, eran devotos de la virgen, como cuenta su hijo Alfonso en las cantigas. Un ejemplo de ello es la 292, en la que nos cuenta que su padre, Fernando III, transforma las mezquitas de las tierras que conquista a los moros en iglesias bajo la advocación de la virgen María y que, en todas sus batallas, lleva siempre una imagen de la virgen en su montura. Beatriz de Suabia fue reina de Castilla durante 16 años, desde su boda con 21 hasta su muerte a los 36, después de haber dado a la Corona, diez hijos: siete varones y tres.