El reto de encontrar familias de acogida no es fácil. Exige un compromiso total para acoger en el seno del hogar a niños, muchos recién nacidos, que por diversas causas no pueden estar ni crecer en su propio entorno.
Por eso existe el acogimiento familiar, una modalidad que no tiene nada que ver con el proceso de adopción, pero que permite ofrecer esperanza a los niños más vulnerables para desarrollarse en un entorno normalizado y, si es posible, regresar a su familia biológica.
«El acogimiento familiar es una medida de protección que ofrece la posibilidad a niños y hermanos que no pueden vivir temporalmente con sus papás, ser acogidos por otra familia hasta que puedan volver con su familia de origen», explica Ángel Bonilla, presidente de la Asociación de Familias de Cuenca (Acofam). Esta asociación trabaja codo con codo con la delegación de Bienestar Social para buscar familias de acogida a los menores tutelados por la Junta de Comunidades, al tiempo que ofrece un seguimiento y apoyo completo a las familias de acogida de estos niños.
En la actualidad, en Cuenca, según los datos facilitados por Susana Zomeño, delegada provincial de Bienestar Social, hay 159 menores tutelados por la Junta, de los que 66 están en acogimiento familiar. Por ahora, la provincia contabiliza 25 familias de acogida, de las que 12 están en situación de descanso.
No resulta fácil encontrar familias de acogida y por este motivo el pasado mes de mayo la delegación provincial impulsó una campaña de divulgación del acogimiento familiar. Tras la campaña, tres familias registraron la solicitud para acoger niños y se realizaron 14 entrevistas en sesión informativa a familias. De ellas, una familia ya tiene en acogida a una menor y con las otras dos se está terminando el proceso de valoración.
Zomeño explica que la respuesta ha sido positiva porque, entre otras cosas, «hay que madurar la decisión, ya que es algo muy serio porque está en juego la estabilidad afectiva y emocional de un menor».
Para ser familia de acogida, además de cumplir con una serie de requisitos, hay que acudir a una sesión informativa y un proceso de idoneidad. Tras registrar la solicitud hay que empezar con el proceso de valoración de idoneidad. La ley establece como máximo seis meses, pero se suele tardar menos, «normalmente entre dos meses y medio y tres meses se termina la valoración», apunta Ángel Bonilla. Además, subraya que «las familias tienen que tener claro que una de las características del acogimiento familiar es que es temporal, no definitivo, y que en ningún caso es una adopción».
Además, el presidente de Acofam incide en que, durante todo momento, las familias acogedoras están acompañadas durante el modelo de modalidad de acogimiento: urgente, temporal o permanente. «Dure lo que dure el acogimiento, van a estar acompañados por un seguimiento técnico que tendrá de referencia una técnico de la Delegación de Bienestar Social y otro de Acofam».
«La entrega sin esperar nada cambio es muy enriquecedora»
Hace ya ocho años que Miguel y Ana Amelia dieron el paso para convertirse en familia de acogida y dejaron atrás el vértigo que generó una decisión así. Después de un curso de formación y siempre con el correspondiente asesoramiento profesional, se convirtieron en familia de acogida y ya es una de las parejas conquenses que más experiencia atesoran. La pareja tiene tres hijos y ya han acogido cuatro niños de corta edad, tres de ellos de urgencia y otro temporal.
«La experiencia es buena y gratificante, cuesta trabajo, pero siempre quisimos ser familia de acogida», reconoce Miguel. Por su parte, Ana Amelia considera que «es una forma maravillosa de contribuir a la sociedad y que nos enriquece un montón como personas, no solo a nosotros, también a nuestros hijos».
Todo comenzó por «la necesidad de hacer algo por la sociedad», como explica Ana Amelia, aunque no sabían concretamente el qué. Tras conocer a unos amigos que estaban el programa de familias de acogida, se lanzaron a vivir una experiencia que les ha proporcionado una enorme satisfacción y que Amelia resume en una frase: «La entrega sin esperar nada a cambio enriquece mucho». Por eso, animan a más conquenses a interesarse en esta experiencia de las familias de acogida. «No somos personas excepcionales y si nosotros podemos hacerlo otros también, solo hace falta dar el paso», asegura Ana Amelia.
Desde que el primer bebé de acogida entró en su casa, que venía directamente del hospital, están absolutamente comprometidos. El compromiso no solo es de ellos, también de sus tres hijos, porque es algo que recalcan que implica a todos los miembros de la familia. Cuando acogieron por primera vez, sus hijos tenían seis, ocho y diez años, «y siempre han estado involucrados», especifica la pareja.
El acogimiento familiar, en especial el urgente o temporal, siempre tiene un final porque el gran objetivo es que los niños regresen en algún momento a sus familias biológicas. No es fácil. Por eso es normal que exista un contraste de sensaciones en las familias. «Te tienes que mentalizar, porque por mucho que sepas que es algo temporal, es doloroso y al final el corazón no puedes controlarlo debido a que creas unos lazos muy fuertes», afirma Ana Amelia. Sin embargo, tanto ella como Miguel coinciden que «la enriquecedora experiencia de acoger a un menor lo compensa todo».
[Las personas interesadas se pueden dirigir directamente a Acofam (658910761 o a través de www.acofam.com). Además, se puede contactar con la Delegación Provincial de Bienestar Social (969 176800)]