Después de admirar las doce imágenes de san Julián señaladas en el artículo anterior, se puede prolongar el recorrido por la catedral contemplando el cuadro de grandes dimensiones suspendido en los muros de la girola, del renombrado pintor Eugenio Cajés, (1574-1634), un artista que intervino en la decoración de los palacios de El Escorial y El Pardo, y que cuenta con obra en el Museo del Prado. Se trata de una copia del cuadro original que se encuentra en la ciudad de Glasgow, en la que se representa al santo, en posición sedente y con traje talar, con rostro meditabundo y elaborando las cestillas. La composición se complementa con dos fondos, uno en el que se aprecia un paisaje de la ciudad, en el que ya puede verse en puente de San Pablo, y otro, en el que se reparte limosna a los pobres. Dos estrategias iconográficas dirigidas a ubicar la figura del personaje, así como a perfilar uno de los rasgos más característicos de su vida.
En cuatro dependencias contiguas aparecen representaciones de san Julián en distintos soportes: en una de las capillas más grandes de la catedral, del siglo XVII, la Capilla de la Virgen del Sagrario, en su muro derecho puede admirarse el cuadro de Andrés de Vargas (1610-1674), en el que este pintor conquense imprime con forma y colores el tránsito del santo obispo desde esta tierra al cielo.
Ya en el interior de la denominada Sacristía Mayor, y fijando la mirada en la cajonería del siglo XVIII, elaborada en madera de nogal y sabina, surge la figura de san Julián tallada en uno de los nueve tableros que ocupan la parte central. En la misma dependencia se localizan dos bargueños de pintura italiana sobre cristal. En uno de ellos se pintó el cuerpo incorrupto del santo, tal y como fue encontrado en su urna sepulcral; En la Antesala Capitular se conservan dos retablos, en el de la derecha, dedicado a la Asunción, obra ejecutada entre 1550 y 1560 por Martín Gómez el Viejo, en la predela aparecen San Juan Bautista a la izquierda, en el centro la Adoración de los Magos y a la derecha san Julián y Lesmes.
Una tabla pequeña que imagina al santo revestido como obispo, auxiliado en su labor artesanal por un jovencísimo Lesmes. Por último, en Capilla Honda, una de las más antiguas de la catedral, ocho cuadros con escenas de la vida del Santo decoran sus muros laterales.
La Capilla del Transparente, ubicada en el centro de la girola, es la más importante dedicada al santo dentro del espacio catedralicio, ya que en ella reposan sus reliquias, los restos óseos que soportaron el incendio provocado durante la Guerra Civil de la urna que contenía su cuerpo. En el interior pueden admirarse tres medallones en altorrelieve ejecutados en mármol de Carrara, que representan escenas significativas de la vida del Santo: en el centro, el tránsito, a la izquierda el santo prelado conversa con Lesmes, mientras sostiene en su mano izquierda una cestilla, describiéndose en la parte superior, sobre un alejado fondo paisajístico, el milagro de las acémilas conducidas por ángeles, y cargadas de trigo para remediar el hambre de la población, como puede observarse en la fotografía que ilustra estas líneas; a la derecha, la escena del bautismo, con un ángel que porta una mitra en la mano. Son obra de Francisco Vergara, escultor valenciano de Alcudia de Carlet.
Se tallaron en Roma, y serían trasladas por mar hasta el puerto de Alicante. Al pie de la capilla, una pequeña y hermosa imagen de san Julián revestido de pontifical, portando el báculo y con su cestilla, perteneciente a la archicofradía del santo, y que suele utilizarse en las procesiones, completa el conjunto. Con la habilitación en el trasaltar de esta bella y grandiosa capilla, una de las más recientes dentro del conjunto catedralicio, se buscó posibilitar el que los fieles que participaran en las diversas liturgias dentro de la Capilla Mayor consiguieran visualizar desde allí las reliquias del Santo, por ello se dispuso en el muro del frontal, una oquedad que permitiera ver la urna con las reliquias. De estilo neoclásico, fue proyectada por el reconocidísimo arquitecto Ventura Rodríguez en el siglo XVIII. La traslación del cuerpo de San Julián desde la Capilla Vieja a esta capilla se realizó un 8 de septiembre de 1760.
En la sillería del coro, tallada en el siglo XVIII por Manuel Gassó, y en la que pueden admirarse cincuenta y tres relieves tallados con imágenes de diversos santos, aparece la figura de san Julián, en la zona denominada coro del deán, entre san Nicolás de Bari y santo Tomás de Villanueva.
Por último, en la Capilla de los Caballeros, de origen medieval, alzada como panteón familiar para el linaje conquense de los Albornoz, y reconstruida hacia el primer tercio del siglo XVI por encargo de dos descendientes de sus fundadores, y en uno de los retablos de sus paredes, en el de la Crucifixión, atribuido a Fernando Yáñez de la Almedina, realizado en el primer tercio del siglo XVI, se incluye una tablita con la figura de un obispo, que bien pudiera ser san Julián.