La constante sangría que viene sufriendo el comercio tradicional en los últimos años con un goteo incesante de cierre de negocios, lejos de remitir, parece mantenerse e, incluso, experimentar un ligero repunte en este último ejercicio.
Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) así lo certifican, puesto que la provincia de Cuenca ha despedido 2023 con 2.451 pequeños comercios abiertos al público, después de que hayan bajado definitivamente la persiana en los últimos doces meses 127 establecimientos, lo que representa un descenso del 4,9 por ciento.
Porcentaje que no sólo no se reduce si se echa la vista atrás, sino que se multiplica. Y es que hoy en día hay 226 comercios menos que en 2019, en prepandemia, cuando se estimaban en 2.677, y 470 menos que hace diez años, en 2014, cuando el sector contaba con casi 3.000 establecimientos (2.921), lo que representa una caída del 16,1 por ciento.
En la última década, Cuenca ha pasado de tener casi 3.000 comercios a los actuales 2.451. - Foto: Elaboración propiaDe hecho, durante ese periodo los cierres han sido constantes año tras año, con la única excepción de 2022, donde se incrementaron en 14 con respecto al ejercicio anterior.
A ello se suma el hecho de que se trata de un sector con empresas de pequeño tamaño y casi sin asalariados. No en vano, más de la mitad, el 53,1% (1.301), no tienen empleados, mientras que una tercera parte, 817, sólo cuentan con uno o dos trabajadores, uno de cada diez (234) tienen plantillas de entre tres y cinco, sólo dos disponen de entre 50 y 99 y tan solo uno da empleo a más de un centenar de personas.
Reacción del sector. Desde la Asociación Provincial de Comercio de Cuenca, su presidente, José Miguel Bermejo, deja claro que no se trata de un fenómeno nuevo, sino que se viene arrastrando desde hace años, aunque no por ello deja de ser menos sangrante.
El comercio conquense pide el apoyo de los clientes para salir de esta situación. - Foto: Miguel A. RamónEl sector conquense ve detrás de esta situación la sombra de las grandes marcas y plataformas online, contra las que «es complicado competir al tener promociones todo el año», sin olvidar, por supuesto, a la inflación que «no sólo reduce el consumo final, sino que, además, encarece los pedidos a los proveedores» y a la «cada vez más cara y complicada financiación», unida a las cargas burocráticas, lo que, a su juicio, «deja un panorama muy difícil para el comercio tradicional».
Es por ello que Bermejo tenga claro que «el primer paso para dar solución a esta situación lo tienen que dar los propios clientes», de ahí que considere crucial que «se sigan haciendo acciones de dinamización del pequeño comercio, que lleven a la gente a nuestras tiendas y puedan comprobar que nuestros productos son, al menos, igual y que nuestra profesionalidad no tiene competencia».
Todo ello unido a dar al sector «un respiro económico» mediante la bajada de la carga fiscal, las ayudas en aspectos determinados y el control, cuanto antes, de la inflación.
No es de extrañar, por lo tanto, que el comercio conquense reclame su sitio en el centro de las políticas económicas de los municipios, porque «somos parte fundamental de la vida diaria y de su futuro», afirma Bermejo, quien, además, aboga por que «se siga combatiendo la despoblación, ya que comercio y población están íntimamente unidas».