«La salud ambiental, animal y humana son una misma cosa»

José Luis Enríquez
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El presidente del Colegio Oficial de Veterinarios de Cuenca expresa su «preocupación por el relevo generacional», demanda «más peso entre las profesiones sanitarias» y que la sociedad conozca mejor «las funciones que desarrollamos».

Luis Colmenar, presidente del Colegio Oficial de Veterinarios de Cuenca - Foto: Reyes Martinez

Si hay una profesión vocacional y exigente es la de veterinario, más aún en una provincia tan extensa como Cuenca. Luis Colmenar (Villar del Infantado, 1962), que está al frente de los veterinarios conquenses, es de los que atesora, como muchos de sus compañeros, esas virtudes. Sabe lo que es trabajar sobre el terreno para garantizar la seguridad alimentaria y el bienestar animal o contribuir en las labores preventivas para el control de enfermedades. Sin embargo, lamenta que la sociedad desconozca muchas de las funciones que llevan a cabo los veterinarios, más allá de las mascotas.

¿La sociedad es consciente de la importancia que tienen los veterinarios para garantizar la seguridad alimentaria?
En parte, no. La veterinaria es una profesión socialmente muy aceptada, pero síes verdad que quizá no remunerada de la forma que se debería entender, precisamente por esa capacidad de aportar. Es verdad que existe cierto desconocimiento en cuanto a las funciones que desarrollamos. Lo más conocido en estos tiempos que vivimos es la relación con las mascotas, las clínicas veterinarias, pero la sociedad desconoce el resto de las funciones que desarrollamos. Me refiero tanto a seguridad alimentaria como a la investigación o la prevención, que es nuestro lema profesional: 'La higiene de los animales es la salud del pueblo'. En ese ámbito hay aspectos bastante desconocidos. 

¿Y por parte de la administración sienten que tienen el mismo peso que otras profesiones sanitarias?
Profesionalmente, creemos que no. Además, es un hecho. Hace unos años pasamos una pandemia y nosotros éramos conscientes de lo que podíamos aportar, a nivel individual y como organización, pero no se nos tuvo en cuenta. Salvo en alguna comunidad autónoma no se nos tomó en cuenta para cosas que para nosotros eran evidentes. Nosotros estamos acostumbrados a manejar poblaciones e anímales y en situaciones de riesgo como fue la pandemia creíamos que podíamos aportar mucho más.

¿Ni siquiera después de la pandemia se ha dado un paso adelante para que se cuente más con los veterinarios?
No. Hay ejemplos como la Ley de Bienestar Animal. Como colectivo hicimos más de doscientas y pico aportaciones y es muy difícil creer que desde una parte técnica de esa cantidad de aportaciones no se recogiese casi ninguna. Lo digo hablando siempre desde un punto de vista técnico, no político.

Cuenca es una provincia ganadera. ¿Cree que hay escasez de veterinarios para atender las demandas de los ganaderos?
Cuenca es una provincia agrícola, ganadera y muy extensa, con muchas zonas muy despobladas, y la misma dificultad que tiene cualquier habitante, agricultor o ganadero, para vivir, también la tienen los veterinarios. Es un tema que nos preocupa. Igual que a las administraciones le preocupa la despoblación, a nosotros nos preocupa el relevo generacional. Es un problema que no es solo de esta provincia, pero que aquí se agrava por la extensión, la escasez de censos, que lo hace menos atractivo para que un profesional intente incorporarse ahí. Además, tradicionalmente, y así se contribuía al desarrollo de este tipo de ganaderías extensivas, el veterinario era un profesional muy apegado al terreno y conocedor de las explotaciones, así como de la situación de cada ganadero en particular. Eso solo se lleva bien cuando se está sobre el terreno.

¿Se trabaja de alguna manera para atraer veterinarios o se tira a toalla?
No se debe tirar la toalla. Primero porque no se debe hacer como sociedad y después porque somos, dentro de las profesiones sanitarias, la mas convencida de esto que en lo que llevamos de siglo se maneja y se habla mucho, que la Organización Mundial de la Salud Animal define como 'Una sola salud'. La salud ambiental, la salud animal y la salud humana son una misma cosa, y esto solo se soluciona si se combate desde el terreno. Y en el terreno es donde están los animales.

Hablando de salud animal, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha activado la alerta por gripe aviar. ¿Existen motivos de preocupación?
Estas enfermedades nos preocupan por esa doble vertiente de un riesgo para la salud animal y por la posible enfermedad zoonótica, y esto que no sirva para crear ninguna alarma. En la gripe aviar, en algunas variantes, ya ha habido ese salto y cuando sucede la especie humana no es ajena y corre riesgo. Los veterinarios estamos acostumbrados a manejar este tipo de epidemias, pandemias o crisis sanitarias. Se activan unos sistemas de alerta por brotes que se producen en Europa. Hay que tener en cuenta que España es un país de paso de aves migratorias por lo que se establecen una serie de controles en las poblaciones de granja y en las salvajes se intensifican las tomas de muestras para intentar anticiparse a la aparición de brotes o conocerlos y localizarlos.

Hace un par de años un brote de viruela ovina y caprina obligó a sacrificar muchos animales. ¿Se actuó correctamente?
Este es un riesgo global en este mundo global en el que vivimos, donde es muy difícil impedir el movimiento de personas, animales, alimentos... Cada vez estamos más sujetos a este tipo de riesgos y este es uno de ellos. Una vez que ha ocurrido se analiza, cómo ha pasado el porqué, qué filtros no han funcionado para evitarlo, etc. Cuando se presenta, lo más importante es actuar con celeridad. En este problema en concreto, esta enfermedad tenía la ventaja de que no era zoonótica, era de los animales, pero para esta provincia era muy relevante porque afectó al ovino, a los corderos. Tenemos un mercado muy importante de comercio exterior que se podía ver gravemente afectado. Las administraciones actuaron con sus medios y como hay que combatir este tipo de infecciones. Es decir, intentando aislar los focos e intentando convencer al resto de administraciones, tanto nacional como europea, de que se están tomando las medidas correctas y, por supuesto, informando a la sociedad. Quien más lo sufrió fue una parte de la provincia que tiene un producto insignia como es el queso, con la oveja manchega, y se sacrificaron rebaños con un valor genético importante.

¿La Ley de Bienestar Animal ha exigido más a los veterinarios o a los dueños de mascotas?
Nuestra relación con el bienestar, como profesión, es una relación técnica. La humanidad, desde hace mucho tiempo, se ha relacionado con los animales y siempre hemos convivido. Ahora, la sociedad tiende a esta demanda, a la convivencia con las mascotas. Las mascotas son un integrante más de la familia y están aumentando. Esta ley viene a recoger esa sensibilidad. A nosotros nos hubiese gustado que se determinara de otra forma. De hecho, la propia ley hace mención a desarrollos reglamentarios. Es una ley de intenciones que como profesión no criticamos, pero que en la ejecución vemos que crea dificultades. No tanto a la profesión, que las sabremos resolver cuando tenga los desarrollos reglamentarios. Por ejemplo, una cosa que quizás se ha pasado por alto es que descarga muchas responsabilidades en las administraciones locales. No solo es una ley del Gobierno central. La Comunidad de Castilla-La Mancha tenía una ley muy reciente e innovadora que nos parecía muy buena. Era de 2021 y ahora la nueva deja muchas cosas en stand-by. Estamos esperando a su desarrollo reglamentario.

El número de mascotas identificadas en Cuenca supera las 70.000. ¿Por qué se ha producido este aumento? De hecho, se dice que hay más perros que niños…

Es que hay más. Como anécdota contaré que paseando por el mercadillo de Navidad en la calle Carretería, en una tarde que era bastante desapacible, conté tres carritos de bebés y doce perros. Es un ejemplo. Como especie siempre hemos convivido con los animales, las normativas en bienestar han ido parejas a las demandas sociales, tanto en los animales de producción como en los de compañía. En este momento la sociedad reclama esto.

¿Eso puede producir que haya cada vez más veterinarios urbanos que rurales, por decirlo de algún modo?

La demanda ha ido por ahí y nosotros no somos ajenos a la sociedad y mucha de la gente que se acerca a las facultades lo hace por ese interés por las mascotas, por cuidarlas, por asesorar a los dueños. Una cosa que nos preocupa es que en los dos primeros años de ejercicio profesional se produce un 30% de abandono. Es gente que ya es veterinaria, que ejerce y que se dedica a otras cosas, pero no porque no tenga un campo de trabajo, sino porque no cubre las expectativas. En ese aspecto tenemos una demanda importante y es que las clínicas veterinarias sean consideradas clínicas sanitarias. Nos parece que cumplen todos los requisitos que dice la ley.

¿Los dueños de mascotas son conscientes de que esos perros, gatos y otos animales con los que conviven en sus casas no son un capricho?

Abundamos mucho en eso. Uno de los objetivos no cumplidos de esta ley es ese nivel de información, de conocimiento y de responsabilidad. Quizás, ya no es un problema legal porque tanto la Constitución Europea, el código civil y penal las reconoce como seres sintientes y, por tanto, son un miembro más de la familia. Pero a nivel social, la responsabilidad que se adquiere con un animal que es totalmente dependiente de ti, a lo mejor es insuficiente y no se abunda en esa concienciación.

Además de veterinario, es aficionado taurino. ¿Nota que la administración, en especial la central, dificulta la labor con los toros de lidia?

Esto tiene todas estas dobles vertientes. Imagino que la pregunta va en el sentido del sentir social de que no tienen tanto arraigo, Pero para nosotros es un tema técnico. El toro de lidia una especie autóctona, prácticamente solo de España. Como profesión trabajamos con este animal en el campo y es un bien para cuidar, independientemente de que después el uso de este animal sea prácticamente para un espectáculo que, por cierto, está protegido culturalmente. Nosotros simplemente hacemos un abordaje técnico con lo que nos obliga la ley y, en el caso de Castilla-La Mancha, con una normativa de festejos populares.

"Veterinaria es una profesión de vocación"

¿Qué le llevó a ser veterinario?

Vengo del mundo rural. En mi familia había ganadería y tengo antecedentes familiares. Conocía la profesión, el mundo animal y, sobre todo, me llamaban la atención los animales de producción. 

¿Cuál cree que debe ser la esencia de un veterinario?

Como buena profesión sanitaria, la veterinaria es una profesión vocacional. Ocurre en otras profesiones y en esta, quizá más. Ocurre por esa doble vertiente de la relación con el animal y con el cliente. Eso es lo que apasiona y que, a la vez, es la dificultad de la profesión. 

¿Qué balance hace  de casi una década que lleva al frente de los veterinarios conquenses?

Cuenca es uno de los colegios más pequeños, hablando de nuestra profesión, pero en el haber, por nuestra capacidad de trabajo y de aportar tanto en el consejo autonómico como en el general, tenemos cierto reconocimiento y peso como organización. Como colectivo, en este tiempo en el que llevo al frente de la junta, hemos incidido en el objetivo de que la sociedad conquense nos conozca mucho más y que las administraciones conozcan las posibilidades que tenemos. Primero, es  por una obligación legal de colaboración, pero también por nuestra disposición a participar  en muchos eventos. Por ejemplo, estamos en la Feria de la Naturaleza, tenemos instaurado un trofeo taurino y en todo lo que tenga  que ver tanto en formación como asesoramiento ahí estamos.