En puertas del Congreso Federal, la novedad en el seno del PSOE es que no todo es sumisión a Pedro Sánchez. Juan Lobato, secretario de los socialistas madrileños, denuncia un "linchamiento" por parte de sus compañeros -le acusan de deslealtad por haber registrado en una notaria unos mensajes que podrían comprometer a La Moncloa. Veremos cuánto aguanta porque, a tres días del Congreso de Sevilla en el que todo está previsto para que las cosas discurran como si fuera Piongyang, el pulso de Lobato se revela como un desafío que va más allá de los pellizcos de monja a los que acostumbra Emiliano García-Page.
Todo este asunto tiene un origen bastante sórdido. Juego sucio. A Lobato le filtraron desde el corazón de La Moncloa -vía la jefa del gabinete de Óscar López- un documento que reproducía uno de los correos cruzados entre la Fiscalía y el abogado del novio de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que está inmerso en un proceso judicial por un presunto delito fiscal. Un documento cuya revelación se podía convertir en delito porque su naturaleza es confidencial. Lobato, que es técnico de Hacienda y sabe que revelar los tratos de un ciudadano particular con el Fisco es un delito, receló y esperó a que lo publicara un medio digital afín al Gobierno para utilizarlo contra Díaz Ayuso en un debate. Pero, por si acaso y a la vista de que el Tribunal Supremo tiene abierto un sumario contra el fiscal general del Estado por otra de las derivadas del mismo caso de los correos desvelados, acudió a un notario para que quedara constancia de los mensajes que contiene su teléfono. Mensajes enviados desde La Moncloa.
Sugiere el clásico que, cuando hay varias explicaciones posibles para un mismo hecho, la que requiere menos conjeturas es la más correcta. Y la que se desprende de este asunto es que aunque tarde Lobato advirtió la encerrona y por eso acudió al notario. Ahora bien, al proclamar que está siendo víctima de un linchamiento -"fuego amigo"- añadiendo que "tiene claro que la democracia y la ley están por encima de los dirigentes políticos y de la dirección del PSOE" ha cruzado una línea de no retorno. A la luz de todos estos episodios cobra sentido -figurado- uno de los correos cruzados entre los fiscales que hemos conocido estos días en el que una fiscal sugería añadir un poco de cianuro al texto. Se supone que para hacerlo más letal. Y comprometedor. Que vaya tomando nota el señor Lobato de cómo Sánchez acabó con la carrera política de Tomás Gómez porque todo indica que Pedro Sánchez le ha sentenciado.