Los periodistas siempre nos ponemos en guardia cada vez que se nombra a un nuevo secretario de Estado de Comunicación. La designación de Ion Antolín, ya ex director de comunicación del PSOE, ha sido una sorpresa para muchos. Debo decir que, excepto por el testimonio de algunos amigos suyos, a los que últimamente borró de su red social, apenas le conozco. Pero sí debo decir que su fama algo bronca le precede, y eso me intranquiliza. Como me intranquilizan la enorme batalla política que se cierne -más aún, digo-- sobre Madrid y otros signos de la Gran Anomalía que se vive en este país rebautizado como UCOlandia.
Yo diría que Pedro Sánchez elige a figuras para la confrontación más que para la concordia. Puede ser una buena táctica política, aunque a mí, la verdad, no me lo parece. La designación -porque eso es- del neo ministro Oscar López como secretario general del Partido Socialista Madrileño, en sustitución del claramente mucho más 'pactista' Juan Lobato, sería todo un signo de que el duelo a garrotazos con la no menos pugnaz Isabel Díaz Ayuso y no digamos ya su jefe de Gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, también ex secretario de Estado de Comunicación en Moncloa, se va a perpetuar. O más bien acrecentar, si cabe. Un enfrentamiento absurdo que perjudica a los madrileños, y si no véase el espectáculo de la doble conmemoración por separado de la Constitución, mucho más que beneficia a los contendientes.
Apenas tuve contacto con el antecesor de Antolín y el que mantuve con el antecesor del antecesor, Miguel Ángel Oliver, más me vale olvidarlo. No he tenido suerte, en general, con algunos de los encargados de transmitir a la sociedad las buenas nuevas del Gobierno --nunca hay malas nuevas en el mundo oficial--. No tengo idea de en qué parará aquel plan 'regeneracionista' hacia los medios ni de cómo afrontará ahora La Moncloa el rosario de comparecencias judiciales --UCOlandia, ya digo--, que nunca tienen paralelismo con las muy escasas comparecencias del presidente y los ministros ante los medios. Pero Antolín tendrá mucho que decir en el diseño de esa estrategia, sospecho.
Viene una época difícil para la comunicación gubernamental, y me atrevería a dar la bienvenida a Antolín para que haga exactamente lo contrario que hasta ahora se ha hecho. Que ha sido dar la espalda a todos los no afines y empeñarse en fomentar una política en la que los periodistas sin trinchera, la mayoría, son vistos como unos enemigos más: ni agua. El mundo, señor Antolín, señor López, señor Sánchez, señor Rodríguez, no se divide un buenos y malos, amigos y enemigos, los que tienen la verdad --¿qué son en estos tiempos la verdad y la realidad sino la búsqueda de acuerdos?- y los que viven en el error. Ojalá que el nuevo hombre de las comunicaciones de Moncloa lo entienda, lo asuma y lo practique; habríamos dado un importante paso adelante quienes pensamos que la política debe ser cosa muy diferente a lo que por aquí se practica.