Un militar, por muy retirado que esté, siempre es un militar, y Francisco José Gan Pampols más, pues lo ha sido, y en consecuencia lo sigue siendo, de vocación. Por eso algo rechina cuando, a raíz de su nombramiento como vicepresidente de la Comunidad Valenciana para la reconstrucción, se dice y se lee en algunos sitios que no se someterá a las directrices políticas. De su boca, en las varias entrevistas que ha concedido en los últimos días, uno no ha visto salir semejante cosa, y eso atempera cautelarmente el rechinamiento, pues, como se sabe y como al parecer algunos olvidan, en un estado democrático lo militar está subordinado siempre a lo civil, esto es, a la autoridad política, y no le cabe eso de no someterse a sus directrices.
Ahora bien; como en el caso que nos ocupa la autoridad civil es, por muy inverosímil que parezca, Carlos Mazón, la cosa se complica. ¿Quién podría, a día de hoy, someterse a sus directrices, si se trata de un hombre reconocidamente incapaz de establecer directriz alguna? De hecho, el nombramiento del teniente general obedece a su contumaz designio de quitarse de encima cualquier responsabilidad, de dirigir nada que no sea la batería de mentiras y falacias con la que viene pretendiendo apuntalar su imposible supervivencia política. Encarga a un militar de reconocido prestigio, instruido y con experiencia en afrontar calamidades, la reconstrucción de lo devastado por la DANA, suponiendo, tal vez, que podrá vampirizar su éxito en la misión, sin mancharse si fracasa.
Por sus invectivas contra la UME, diríase que Mazón no tenía buen concepto de lo castrense, pero de lo que no tiene buen concepto es de la política. En realidad, nada sabe de ella, y confunde ese arte noble cuando es noble con el chanchullo y la trapacería. Cuando tuvo que hacer política, de protección de la ciudadanía en la trágica riada, no la hizo, y cuando, por seguir aferrado al cargo que no merece, debiera hacer política para paliar sus estragos, la sustituye, porque no sabe, por la "técnica", que es la que ha encargado a un militar, bueno, a dos, porque el segundo de Gan Pampols es otro general, el de brigada Venancio Aguado, en la reserva.
Un militar de vocación, por muy retirado, jubilado o en la reserva que esté, siempre es un militar, y a estos generales les van a faltar unas lúcidas y coherentes directrices políticas. Se desea, lógicamente, éxito en su difícil y huérfana misión, y también que, como personas honradas, vigilen los dineros de la reconstrucción, que ya están empezando a ir a las manos que no deben.