A punto de estrenar diciembre caigo en la cuenta de que me ronda la vuelta de la esquina el día en que me toque soplar cuatro decenas de velitas, allá por San Vicente en el vigesimosegundo día del año que asoma. Subiré al cuarto piso, cantaré las cuarenta. Desde los 39 bromeo con que será la fecha en la que oficialmente pueda decir que le habré dado la vuelta al jamón, y tocará entonces mirar hacia atrás y pensar cómo ha sido la primera mitad de mi vida para girar la cabeza después y empezar a pensar en cómo quiero que sea la segunda. Todo esto ocurre en la semana en la que la tozuda estadística que dibuja el INE nos cuenta que Cuenca cuenta con más personas centenarias que nunca y que cada vez más venerables conquenses suman al menos un siglo con decimales, dato que comparte página con la realidad que revela que la media de edad en la provincia escala hasta los 46 años.
En un 2024 en el que estamos celebrando el centenario del nacimiento de Zóbel cabe preguntarse a qué estaría dedicando ahora su pincel si hubiera tenido la suerte de ser uno de esos 138 conquenses que pasan la centena. Sonarían ahora sus 'Saetas', cómo sería hoy su 'Júcar', transitaría alguien su 'Patio' de la calle Vírgenes. Miro ahora a la Cuenca de 2085 mientras saco brillo a mi bola de cristal para imaginarme la ciudad que habitaré entonces si logro la proeza de, pese a todo, llegar a los cien. Me pregunto entonces si podré pasear, cachava en mano, por una Plaza Mayor que haya conseguido por fin aliarse con un alcalde para blindarse al tráfico rodado. Un Casco Histórico al que quién sabe si mi maltrecho cuerpo arrugado podrá subir a lomos de un remonte mecánico que me prometieron cuando era menor de edad.
Tendré que adivinar si seré capaz de contemplar el Júcar con un paseo fluvial a la altura de su belleza, desbrozado y libre de pintadas; o cuántos efectivos tendrá la colonia de gatos que manda en el cauce del Huécar y que a poco que se organicen podrán cobrar peaje a los peatones de la calle de Los Tintes. Veremos si bastan seis décadas para que Carretería ponga el cartel de 'Se Vende' en el último de sus escaparates; si a algún mandatario le ha dado por quitarle el inexplicable escalón al carril bici de la Ronda Oeste; si a algún iluminado se le enciende la bombilla de qué hacer con el Bosque de Acero.
Si conectamos con Teruel por autovía, o si lo hacemos con Albacete. Si el Plan XCuenca existe, si se tarda menos en ir a Madrid que a coger el AVE. Está por ver si la Guía Michelin habrá hecho por fin justicia con Jesús Segura; si algún conquense habrá debutado, de una vez por todas, con la Selección Española; si la Balompédica habrá tocado la moqueta de la Segunda División del fútbol español. O si, al menos, las moquetas de La Fuensanta y El Sargal han merecido algún cariño municipal más allá de pasarle la escoba de vez en cuando. Dejo aquí quince dudas, una por cada una de las legislaturas que quedan hasta mi cumpleaños número cien. Si aciertan cuánto de todo esto conseguimos, dense por invitados. Habrá piñata.