Podría sonar a distopía, sino fuera una realidad trivializada, dramática, polarizada. El mundo se encamina hacia una sequía no coyuntural como anteriores sequías. El desierto avanza  con su voracidad ilimitada. Lo anticipó en los años sesenta Frank Herber en su trilogía de ficción 'Dune'. En un planeta, llamado Arrakis, un desierto, un imperio galáctico libraba  guerras feroces por los recursos naturales de ese lugar, entre ellos el agua. Pero también la ciencia ha planteado que las guerras del futuro ocurrirán por el acceso al agua. Por su escasez los humanos se matarán entre ellos. 
La guerra por el agua la vivimos en Toledo desde hace años. Territorios, como Levante, Murcia y  Andalucía oriental, llevan años explotando aguas que en su tiempo se consideraron 'excedentes' del Tajo. Un engaño estrafalario para pueblos ignorantes. No tardaría en sumarse Madrid al uso intensivo del Tajo y sus afluentes. Una de las contradicciones de esta historia deleznable se descubre cuando Murcia y Andalucía anuncian la firma de acuerdos por los que Murcia trasladará en barcos a Andalucía, en expresión de una fuente de la Consejería de Presidencia, agua 'excedente' para paliar la sequía  andaluza. Extrañamente la solidaridad – siempre la misma palabra - que reclama Murcia cada vez que se plantea el final del Trasvase  del Tajo, se convierte en un acto de depredación prepotente, pues resulta que acumulan 'excedentes' de agua que les permite mostrarse solidarios con territorios afines ideológicamente. Y para que el despropósito sea total, pedirán a la ministra  (que autoriza los Trasvases al Segura) que pague el transporte en costosos barcos. Así que la tragedia más terrible es que, quien tiene problemas de agua en su territorio, por un proyecto disparatado de hace años, aporta agua a Murcia que se permite a su vez mercadear con agua 'excedente' en nombre de una solidaridad falsa. ¿Alguien se ha parado a pensar en este ingente disparate,  en este enorme  engaño a la cuenca del Tajo?  La noticia, publicada en el País, el miércoles 7 de febrero de 2024, debería ser un argumento más para acabar con la prolongada estafa que se denomina Trasvase Tajo-Segura. Que se perpetró en el franquismo y que la democracia ha mantenido por las resistencias numantinas de Levante y Murcia. Pero sobre todo, y fundamental, por la indiferencia de la sociedad de Castilla- la Mancha y la debilidad de los responsables políticos.