Humberto del Horno

Lo fácil y lo difícil

Humberto del Horno


A ver si así

14/03/2025

Imagínese a Tassotti colgando un cartel en la ventana de su casa con Luis Enrique empapándose la nariz en sangre y llorando en asturiano, y colóquele ahora al pie de la imagen el siguiente texto: «No me acerques la nariz al codo, no vayas a decir que es penalti».

Váyase usted a la ganadería de Sayalero y Bandrés y pegue una foto de Paquirri, recién cogido, con un autógrafo de 'Avispado' y un epígrafe que rece: «No se me arrime usted tanto, no se vaya a provocar dos cornadas de trayectoria mortal y diga que le he matado en Pozoblanco».

Venga después conmigo al circuito de Imola, y en plena curva de Tamburello, ilustremos el asfalto con la cara de Ayrton Senna, dibujando en mayúsculas en ese paredón «No se choque usted conmigo a 218 kilómetros por hora, no vaya a ser que esté muy duro».

Póngase en la piel de Eastern Express, todopoderoso equino que dejó al mismísimo Superman en una silla de ruedas, y póngase un pin en la crin que diga: «No se tire usted de cabeza contra el suelo, no se vaya a lastimar». Vayamos después a Alabama a decirle a Evander Holyfield que su oreja luce realmente apetitosa y que poco pasó en Las Vegas en el 97 ante un Tyson hambriento.

Piense ahora en Hannibal Lecter diciéndole a Clarice que huele divino y gritando que la culpa es del perfume. Invoquemos a Boyer: «No expropie usted Rumasa, no le vayan a pegar leche». Si es usted Caneda, no se lleve la cabeza puesta, que tendrá, sí o sí, que arrancársela Jesús Gil. Que si la raqueta de McEnroe acabó destrozada en el Open de Australia del 90 fue culpa suya, por tener mango, por tener cuerdas, qué atrevida.

Qué bonito este otoño de 1939 y qué bonita está Polonia, se está quedando un día estupendo para invadirla, ella se lo ha buscado. Y qué bonita esa Piedra Rosetta, está tan cuca que pegaría de lujo en mi British Museum. No la expolies, dirá que la has robado. Cómo me mira el Ecce Homo de Borja, voy a tener que restaurarlo, salga como salga, aunque pierda la sonrisa.

Culpar a la víctima está feo, peor todavía si con eso haces política, o algo parecido a la política. Caricaturizarla es igualmente grave. Y eso, tal cual, lo vimos en la sede del partido que usted se imagina en una céntrica calle de nuestra ciudad, que decoró su escaparate con la imagen de una futbolista agredida sexualmente, tal y como sentenció el juez, a la que vistieron de monja con un pie de foto más que reprobable. «Cuidado con mirarla, dirá que la acosas».

Provocar, provoca el que sabe y el que puede, y provoca cuando quiere si le dejan provocar. Los mismos que trinaron porque Rita Maestre enseñó las tetas en una iglesia, aquellos que reprueban a Quequé por bromear con reventar el Valle de los Caídos, son los que se permiten menospreciar a una víctima de una agresión, condena en firme, por el mero hecho de ser acosada. Pero cómo van a ser machistas, si tienen madres, si tienen hijas.