Es opinión muy extendida que, pese a que la mayor parte de los sondeos de intención de voto previos al 23 J apuntaban que el PP obtendría mayoría suficiente para ganar las elecciones, la cosa se torció en razón de un cambio de última hora entre muchos votantes de centro y también de la órbita socialista que se asustaron al ver que los populares que habían ganado los comicios autonómicos y municipales pactaban con Vox en gobiernos autonómicos y locales.
El miedo a Vox -la última baza del "agitprop" de La Moncloa- surtió efecto. El PP ganó las elecciones, fue la lista más votada, pero la aritmética parlamentaria no le dio para formar gobierno. Y a Pedro Sánchez le faltó tiempo para urdir un nuevo Frankenstein con los partidos que forman el bloque anticonstitucional del Congreso.
Así las cosas, aunque las autonomías y ayuntamientos en los que los populares gobiernan con Vox, en líneas generales, no han dado pie a escándalos políticos reseñables, lo cierto es que las expectativas de Alberto Núñez Feijóo tiñen el horizonte de incertidumbre.
Pese al desgaste que está sufriendo el PSOE por obra de los pactos vergonzantes de Pedro Sánchez con Carles Puigdemont -cambiando amnistía por los siete votos de Junts- y el pacto con ERC en línea de cesiones incluso de soberanía, el impacto en retroceso de voto no es determinante. Retroceden dos o tres puntos, pero Sánchez resiste. Y más después de haber logrado retener el poder. Poder que tal y como dijo en el discurso de la investidura utilizará para levantar un "muro" para frenar a las derechas. Tiene intención, medios y ganas de pasar factura a quienes fueron críticos con su gestión en la pasada legislatura. En la última reunión del Comité Federal -en la que justifico la amnistía- se le escuchó hablar de pasar a la ofensiva.
En ese contexto y con un horizonte político polarizado al máximo por la puesta en marcha de la controvertida proposición de la ley de amnistía ¿qué puede hacer el Partido Popular más allá de demorar su aprobación desde el Senado, recurrir a Europa y seguir alentando las manifestaciones contra la mencionada ley? Hacia fuera, poco más. Pero hacia dentro, quizá Núñez Feijóo debería proceder a una remodelación de su gabinete político designando otra portavoz del Grupo Parlamentario y renovar, también, los que comparecen ante los medios. Buscar voces más dotadas de pericia dialéctica. La batalla de resistencia que aguarda al PP está llamada a tener un primer test en las elecciones europeas del 29 de junio.
El PP ampliaría sus posibilidades de éxito si desde ya, sin esperar a la campaña electoral, dejara claro que aunque tienen pactos con Vox ellos no son lo mismo que Vox. Ni quieren serlo. Sánchez tiene pactos con los separatistas y con Bildu y actúa sin complejos. De los que está sobrado y atenazan a la dirección del PP. Esa es la ventaja de Sánchez. Ha conseguido colocar un relato que a ojos de muchos votantes justifica el "cordón sanitario" a la derecha. Lo que ahora llaman el "muro". Feijóo tiene por delante mucha brega sí quiere que la resistencia sea algo más que una metáfora.