El periodista Lorenzo Díaz – "mítico Llorens", que le llamaba Carlos Herrera – era sociólogo de formación, pero con alma de periodista. Sabía mucho de gastronomía, como sabía de otras muchas cosas, especialmente de radio y televisión. Escribió una veintena de libros, la mayoría de ellos dedicados a estas dos grandes vocaciones: la cocina, que le hizo merecedor de dos premios nacionales de Gastronomía, y la historia del mundo audiovisual en nuestro país, con obras de referencia para quienes quieran conocer la evolución de la radio y la televisión en España.
A Lorenzo me lo encontraba casi todas las mañanas, durante más de quince años, en la radio. En el verano de 1999, cuando Telefónica compró la Onda Cero, hasta entonces propiedad de la ONCE, estaba con Concha García Campoy en el programa de fin de semana, Hoy domingo. Luego se incorporó al equipo de Protagonistas, con Luis del Olmo, y, cuando éste se fue en 2004 a Punto Radio, se pasó al programa de Herrera en la Onda, con "el locutor de ustedes, Carlos". Unos años después, tras el fichaje de Herrera por la Cope, trabajó en Más de uno, al lado de Carlos Alsina, Juan Ramón Lucas y Begoña Gómez de la Fuente, formando en estos dos últimos programas un tándem casi imposible con Josemi Rodríguez-Sieiro.
Cuando trabajaba al lado de Concha García Campoy – su mujer entre los años 1992 y 2000 – viajamos juntos algunos fines de semana a distintos lugares de la geografía española para realizar el programa cara al público. En esos viajes, y en los posteriores que compartimos con Luis del Olmo y Carlos Herrera, descubrí al Lorenzo entrañable y capaz de apaciguar los ánimos en momentos de tensión que surgían de vez en cuando.
Recuerdo un programa que se hizo en el Parador de San Marcos (León), al que vino de invitada la actriz Charo López. Y recuerdo, especialmente, la cena que nos ofreció el alcalde de la capital leonesa la noche anterior a la emisión de Hoy domingo. Una cena estupenda, con degustación de productos de la tierra, pero en la que el presidente de la corporación municipal realizó una comparación entre León y Salamanca que no venía a cuento, y que tampoco le hizo ninguna gracia a la salmantina Charo López. Cuando el edil dijo que León no tenía nada que envidiar a la Salamanca culta y universitaria, la actriz le interrumpió, con la copa de vino en la mano, y le acusó poco menos que de ignorante y de no saber apreciar el trabajo y la sapiencia de Fray Luis de León y Miguel de Unamuno. Aquel incidente entre la actriz y la autoridad local subió de tono, pero lo solucionó enseguida Lorenzo Díaz, pidiéndole calma a Charo López. El bueno de Lorenzo tranquilizó los ánimos y puso un poco de orden en lo que podía haber acabado como el Rosario de la Aurora.
Cuando Lorenzo conoció a su nueva pareja, Magdalena Valerio, también se enamoró de Guadalajara. Hasta el punto de que este manchego, nacido en Solana del Pino (Ciudad Real, en 1944), decidió adquirir una segunda vivienda en la ciudad de Sigüenza. Un día me llevó con él a la terraza del Café Gijón, porque quería presentarme a su novia Magdalena, a la que además le unía ser también hija de guardia civil y haber tenido los dos – como alguna vez ha contado ella – una infancia y adolescencia cuartelera.
Sigüenza caló muy hondo en su vida. En la Ciudad del Doncel hizo nuevos amigos y disfrutó hasta hace apenas dos veranos – cuando la enfermedad le impedía ya casi moverse - de largos paseos por la Alameda y de comidas familiares y de amigos en El Doncel y en El Sánchez.
Fuera de la radio, Lorenzo era una persona entrañable, cariñosa y divertida. Buen conversador. Apasionado de la vida y de la radio, a Lorenzo le encantaba hablar con la gente, de ahí que colaborara en el tiempo de los oyentes – los fósforos de Carlos Herrera – y en la crónica social que durante muchos años compartió con Josemi Rodríguez-Sieiro. Formaban un tándem imbatible e irrepetible. Una pareja que se peleaba, a la vez que se quería. Participé como moderador en una charla con ellos organizada por el Club Siglo Futuro (luego Fundación) y me di cuenta de lo diferentes que eran sus raíces. Josemi lo explicaba de esta manera: "usted, Don Lorenzo, llegó a Madrid desde la Mancha en un camión de melones y a mí me trajo a un Colegio Mayor el chofer de mi papá en un Jaguar".
Cuando hace apenas un mes entrevisté a Madalena Valerio para las Tribunas de Castilla-La Mancha, le mandé recuerdos para "el mítico Llorens", al que visitaba casi todas las tardes en la residencia donde se encontraba ingresado. Su compañera en los últimos 23 años de su vida me confirmo en su despacho del Consejo de Estado que Lorenzo estaba bastante delicado y que ya no cogía nunca el teléfono.
A pesar de ello - lo siento Magdalena -, le llamé varias veces, por si acaso. Me hubiera gustado hablar con Lorenzo un rato de la radio y de Sigüenza. Me habría encantado darle las gracias por sus muchos servicios prestados a la comunicación y a la gastronomía. Pero, sobre todo, mandarle un abrazo de su buen amigo Luis del Olmo, que me lo había pedido cuando le dije que iba a verme pronto con Magdalena.
Si de algo podía presumir Lorenzo Díaz es de haber trabajado con los mejores. Con los más grandes: Iñaki, Luis, Concha y Carlos. Casi siempre, ocupando un segundo plano.
Gracias a estas estrellas de la radio, amigo Lorenzo, comprendiste lo importante que son los peones y los actores secundarios. Que la paz y la radio te acompañen.