Una de las principales causas por las que enfermamos en invierno, sea por un cuadro gripal de origen viral o una neumonía bacteriana u otro tipo de enfermedad, tiene que ver con tu mala calidad del sistema inmunológico. Así, la primera pregunta que nos deberíamos realizar es: ¿cómo mejoro mi sistema inmunitario?, ¿qué puedo hacer para no enfermarme?

En palabras de Wim Hof, «estamos hechos para ser fuertes, sanos y felices». Y la razón por la cual muchos de nosotros no lo somos tiene en gran parte que ver por cómo nos sentimos y las cosas que experimentamos en nuestro cuerpo. La mayoría de los síntomas que presentamos en él (dolores musculares y articulares o alergias), por ejemplo, están relacionados con inflamación. Hay un método extremadamente fácil, pero no por ello todo el mundo está dispuesto a hacerlo, que trae beneficios en el instante en que se hace; no se necesita de meses para ver su eficacia.

Esta herramienta es la respiración. Por mucho que lo hagamos continuamente, cuando tomamos conciencia de esta técnica se producen mejoras sorprendentes. La respiración produce unos efectos fisiológicos brutales: disminuye el cortisol, controla los niveles de ansiedad y de glucosa en sangre… pero para obtener estos beneficios no vale con sentarse y respirar, porque si sólo fuera respirar estaríamos todos sanísimos, ya que lo hacemos de media unas 25.000 veces al día. ¿Entonces? Un trabajo respiratorio programado y consciente te llevará a mejorar la capacidad de funcionamiento de tu cuerpo activando tu farmacia interna. ¿Y qué es la farmacia interna? hormonas, microbiota, pH de los tejidos, antiinflamación...

Toda la evidencia científica que hay publicada al respecto me autoriza a decirte que si empiezas un programa respiratorio los beneficios y cambios que experimentarás te pondrán a otro nivel de salud. Reentrenar a tu Sistema Nervioso Autónomo es la base para llevar a cabo cualquier mecanismo de autocuración, y la respiración es una de las herramientas mas potentes para hacerlo.