Siempre me ha parecido fascinante el tema de la militancia. Asociado a la Política me resulta aún más cautivador. Ese cerrar filas alrededor de líderes o lideresas. Ese discrepar en privado, pero siempre hacer lo que te diga tu jefe estés o no estés de acuerdo. Ese concepto tan militar a la vieja usanza de la obediencia debida.
Además, es un concepto super 'útil', porque incluye todo tipo de 'diversidades', caben todo tipo de 'sensibilidades', creo que esos son los eufemismos más repetidos, siempre y cuando no te salgas de la línea marcada, obviamente.
Esas expresiones de 'siempre con los míos aunque no esté de acuerdo con ellos'. Lemas muy de grupo hermético, clan, tribu, que reconozco que se me hacen muy difíciles de digerir con el concepto de libertad, sí más con el atajo de 'libertad de pensamiento la que quieras, pero de acción nada'. A fin de cuentas, el pensamiento no delinque siempre y cuando tus actos no patinen. Pero bueno, es esto lo que tienen las listas cerradas y los caminos unívocos y unidireccionales.
Y la verdad es que es un chollo para el político que comulga con la rueda y no está en primera fila, ya que simplemente tiene que repetir consignas y darle al botón cuando corresponda, aunque seguramente también tiene que ser agridulce.
Siempre he dicho que ser autónomo en un país dado al seguidismo como el nuestro, en el que nos gusta presumir de quijotes, pero por mayoría abrumadora somos sanchos, es una auténtica heroicidad. Y obviamente, en la inmensa mayoría de los casos, ser político es muchas cosas, y muchas buenas, no digo que no, pero ser independiente y autónomo no es una de ellas.
Y claro, ver a muchos militantes impartiendo lecciones llenas de hermosas palabras, ejemplos de vida, coherencia y demás consignas que cada vez suenan más huecas provoca sonrojo, y lo que es peor hastío, que suele ser la fase anterior al viaje sin vuelta atrás de la desidia y el cinismo. Pero la profesionalización, funcionarización, de la política, de la militancia es lo que tiene y siempre para un roto político habrá un descosido militante. Nada diferente a la mayoría de las profesiones y trabajos que están tan jerarquizados y condicionados como la Política.
Por eso siempre me han llamado la atención esas expresiones tan decimonónicas y candorosas que aparecen en las leyes, que aprueban esos mismos políticos, en teoría conceptos jurídicos indeterminados, como 'experiencia en asuntos de Estado' o el más jabonoso de 'jurista de reconocido prestigio', cuando al final lo que queremos decir es que 'nunca haya sacado los pies de mi tiesto' y que sea un soldado o militante de 'reconocido apoyo a mi causa o a la del silencio'.
Es nuestro sistema y por mucho que nos rasguemos las (in)vestiduras no es ni más ni menos que lo que queremos, merecemos y refleja como sociedad. Casi siempre elegimos orden, tranquilidad por encima de libertad. Y es que ser libre es altamente ingrato y trabajoso.