Humberto del Horno

Lo fácil y lo difícil

Humberto del Horno


Los pilares de mi tierra

16/08/2024

Desde que Miguel Ángel Albares cayera en la trampa de amar a la Catedral de Cuenca no ha parado de buscar los caminos más cortos para conseguir extender su etiqueta de templo mayor del Obispado para erigirlo, piedra a piedra, en un referente cultural que va de lo religioso a lo musical pasando incluso por lo mundano. Buen ejemplo lo ilustra el cartel musical más inmediato, el del Festival Mirabilia, una Semana Medieval en la Catedral que suma tres ediciones y que desde ayer y hasta mañana inundará la basílica patria de música mariana, con la girola más bonita del mundo como anfitriona del mejor de los hilos musicales para ver (y escuchar) desde otro punto de vista todo lo que puede ofrecernos una de nuestras postales más icónicas.

Una propuesta con agosticidad y alevosía que hace apenas unas horas ha tendido puentes a través de la historia en el tercero de sus conciertos. Con 'El códice de las Huelgas' retumbando en la casa de Santa María y San Julián cristalizaba ayer el pequeño hilo conductor que conecta Cuenca con Burgos, el que cose nuestra Catedral con el monasterio donde reposan los restos de quien vino a conquistarnos un 21 de septiembre. Una conexión musical que trasciende ocho siglos y que no es, nada más, que otra de las notas musicales en la sinfonía que Miguel Ángel Albares todavía no ha terminado de componer en su sueño de convertir al templo en el máximo exponente de la cultura conquense. Un botón más del potencial de la oferta musical que aglutina este espacio y que solo se termina de explicar si damos cabida en estas líneas al trabajo realizado por Albares año tras año. La restauración de órganos, los lunes culturales o los cursos de verano son otros de los mimbres de una cesta que le va a quedar, sí o sí, preciosa.

Y más allá, en este sueño de Miguel Ángel convive su ansia de abrir las costuras de un templo del que no van a dejar de aflorar espacios silenciados durante siglos. Este verano ya ha abierto la puerta de la 'Casa de los Capellanes', antigua estancia palaciega de medio milenio de antigüedad sobre la Capilla de Caballeros que empieza ahora un largo camino para, ojalá, ser el lienzo del que cuelguen todos los tejidos centenarios que la Catedral conserva almacenados en cajones. La vigencia que merece un secreto para que desvelarlo no suponga una traición varía dependiendo de la causa y del efecto. Los que empiezan a aflorar del interior de la Catedral y los que quedan por venir tienen justificada su carta de servicios antes de empezar a escribirla. 

Albares recibió hace cuatro años de la mano de Vicente Malabia la batuta del Museo Tesoro Catedral, y lo hizo siendo ya capellán mayor del templo y párroco de la iglesia vecina, la de calle arriba. Esta última etapa con el inventario del templo a su cargo lleva irremediablemente su sello, una olimpiada que tuvo como punto de partida el primer verano post confinamiento. Casi un lustro después, solo queda darle las gracias por lo que va a conseguir. Hacer de nuestra Catedral un espacio para sentirnos, si cabe, más orgullosos del prefijo de nuestro teléfono. Y si para ello tiene que exprimir cada céntimo del cepillo hará zumo de cobre si hace falta.