La falta de músculo es un precursor de la muerte y está en la raíz de muchas enfermedades. Cuando perdemos músculo, no solo perdemos fuerza y soporte para nuestro cuerpo, sino también células y, con ellas, la protección de nuestros huesos y articulaciones. Además, estamos perdiendo uno de los recursos más valiosos para nuestra salud: las mitocondrias, las centrales energéticas de nuestras células.
La pérdida de músculo, conocida como sarcopenia, tiene profundas implicaciones en nuestra salud. Está asociada con un mayor riesgo de infarto cerebral y de infarto de miocardio. También contribuye a la resistencia a la insulina, aumentando significatiamente el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Estos efectos, combinados, crean un terreno propicio para enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares que pueden amenazar nuestra calidad de vida y longevidad.
Por eso, fortalecer nuestro cuerpo no es solo una cuestión de estética, sino una inversión en nuestra salud y en un envejecimiento saludable. Como dice la ciencia: «el músculo no solo mueve el cuerpo, también mueve la salud hacia adelante».
Hacer ejercicio no solo rejuvenece, sino que también mejora nuestro estado de ánimo, alivia el estrés, reduce dolores corporales, mejora la calidad del sueño…
El ejercicio de fuerza es esencial para recuperar y mantener la masa muscular, proteger tus articulaciones, mejorar la densidad ósea y prevenir enfermedades metabólicas.
El ejercicio cardiovascular fortalece tu corazón y su red de "carreteras" (vasos sanguíneos). Y también mejora la plasticidad cerebral. Prácticas como yoga, pilates o tai chi ayuda a mantener la movilidad, prevenir caídas y aliviar tensiones musculares. ¿Y qué tipo de ejercicio realizo? Lo ideal es que lo comentes con tu profesional de referencia, pero por favor: ¡muévete!
Preparemos nuestro cuerpo para evitar un envejecimiento prematuro, para que se sostenga y nos de una vida longeva y sana; y verás como el músculo te salvará y te dará una mayor calidad de vida.