El verano es una época en la que rompemos con nuestras rutinas: dejamos atrás las obligaciones del trabajo, el cole de los niños, los horarios de comida y sueño. Es fácil caer en tentaciones como el picoteo, los helados y las cervecitas. Muchos piensan: «En septiembre, con la vuelta al cole, ya empezaré el gimnasio y mis rutinas». Sin embargo, nuestro cuerpo no entiende de vacaciones, y los excesos pueden pasar factura y recuperar el equilibrio tras semanas de descuidos nos costará más que un poco de ejercicio.

Lo que recomiendo después de este periodo es hacernos una analítica, visitar al fisio, reanudar el ejercicio e ir normalizando nuestros horarios de comidas y sueño. Cuando digo esto a veces me dicen: «Hala, qué exagerada: una analítica e ir al fisio, ¿para qué?».

Si tienes coche, y tu mecánico te dice que cada 7.500 km debes llevarlo al taller para una revisión de aceite, un chequeo, cambio de ruedas… seguro que lo haces. No esperarás a que el motor empiece a fallar para ir al taller, además te costó una pasta y hay que cuidarlo. Y… ¿qué haces con tu propio motor?, ese que te permite estar vivo. Seguro que no lo tratas igual. Pocas veces lo llevas a la revisión de un dentista, del fisio o le haces una analítica de control. 

Cuando te suenen las válvulas o se tapone el filtro del aire es cuando pedirás una cita: me duele una muela, me duele la espalda, no puedo dormir bien... Solo acudirás al profesional sanitario cuando llegue la enfermedad. «Pero si es que estoy bien, ¿para qué voy a ir? ¿para gastar dinero?». Que estas bien es lo que tú te crees (te recomiendo que te vuelvas a leer nuestro artículo de la fábula de la rana). ¿Para ti no hay partida presupuestaria anual?, pero para tu coche sí: «él sí se merece todos los cuidados». ¿Y de qué te servirá el coche si no tiene piloto? Te propongo que mejor pases el coche a un segundo plano, andes más, comas mejor y te des prioridad. No procrastines y empieza a incorporar +Salud en tu dia a día.