Humberto del Horno

Lo fácil y lo difícil

Humberto del Horno


El Mandil 00

20/09/2024

Vaca, serrín, zurra, fin de verano y hogar, olores que se conjugan el día 18 para mezclarse en forma de memoria cuatro días después, que recuerdan a patria, porque San Mateo es patria, patria para los que estáis y patria para los que preguntamos desde fuera de vez en cuando cuánto le queda al cartel de la Peña El Mandil para llegar a cero.

Imagine usted, mientras lee la tercera de este diario, al que firma abundando en su particular cuenta atrás, la que desembocará en el fin de esta mañana de viernes que me abrirá la puerta, un año después, a volver a atarme un pañuelo para enfilar Alfonso VIII con la ilusión del reencuentro mientras suena un chupinazo. 

Venir a Cuenca apurando el verano es encontrar cien esquinas de piedra en mi ciudad donde seguir escribiendo historias más allá de las barreras dobles; y más acá de las mismas, toparme con una vaca enmaromada entre gótico y mozos nobles que seguirán ensanchando aún más la tradición de mi pueblo para quien la recoja el año que viene. 

Ahí estarán los peñistas en sus peñas cargando bidones de pócima secreta para quien se acerque a saludar, y una verbena que ya ha despejado cualquier duda y que certifica que la tecla fue la adecuada, y que hacer de nuestra Plaza Mayor el epicentro de la alegría ha elevado nuestro orgullo a su máxima potencia.

Sepan, a más, que también fue un acierto la puesta en marcha de una Cuenca Histórica que brilla más a cada año que pasa y que demuestra, de nuevo, que si uno deja hacer al que sabe todo funciona mejor, y que un poder público es más útil cuando acompaña que cuando ejecuta. 

Ahora que este engranaje que mueve el preludio mateo ya se ha hecho indispensable y camino va de ser eterno, toca en esta línea levantarse y aplaudir a quien lo impulsa, una Asociación de Peñas Mateas que trabaja todo el año en voz baja para sacarle brillo a nuestras fiestas durante estos cuatro días. 

No podría dejar de citar en esta columna el pregón que nos regaló Laura para pedirle prestada una premisa, y es que «la vida es como una suelta de vaquillas, nunca se sabe para dónde va a tirar, si hacia el pilón o hacia la anteplaza».

Mirar a Cuenca se dice a veces con envidia sin caer en la cuenta de que más bonito es mirar desde aquí cuando estamos todos, cuando el Casco revienta de colores y el tiempo se para.

Alegría y charanga para poner música en los cuatro días donde ser de Cuenca cobra otro sentido y significa mucho más, porque nos apretamos desde Mangana hasta el Bezudo y porque entre hoces centinelas no hay un resquicio donde quepa la tristeza.

Toca ahora mirar al cielo y cruzar los dedos después de un año en el que nos han pasado por agua a santos, ferias y tambores, que hay que poner la guinda en las dos jornadas mateas que restan y en las que llegamos 'los de fuera' a renovar las fuerzas a quien le empiecen a flaquear. 

Empieza ahora la otra mitad del año para cualquier conquense que ya se pregunta por dónde va el capricho de un calendario lunar al que le corresponde fijar la madrugada del Viernes Santo.  

Ordene ahora el lector las letras capitales de cada uno de los párrafos anteriores y sirva el juego como firma.