Manuel Cerdán ya tiene su plaza en Talavera de la Reina. Entre las avenidas Juan Pablo II y Francisco Tomás y Valiente, este hombre – empresario, filántropo, mecenas y humanista- nacido en 1931, a caballo entre la Ciudad de la Cerámica y Arenas de San Pedro, ha visto cómo su ciudad le ha reconocido en vida todos los méritos que hizo por ella. Ha sido una corporación municipal presidida por José Julián Gregorio quien lo ha aprobado. Eso es así y ha de ser subrayado. Una mañana de martes en noviembre, Manolo Cerdán consiguió juntarnos a tirios y troyanos llegados de todas partes. Familia y amigos arropamos a quien ha sido uno de los grandes estandartes y embajadores de Talavera de la Reina en el mundo. Por eso, uno, que lo ve desde fuera, no entiende cómo se ha tardado tanto. Como dijo Sara Montiel una vez en un Día de Castilla-La Mancha, un poco más y le echan la medalla a la caja. Manolo está increíblemente vivo, combate la Naturaleza con sus noventa y cuatro años en el horizonte y regala con generosidad su amistad y sabiduría a quienes a él se acercan. Para mí, ha sido una de las personas más influyentes en la última década de la vida, que fue cuando lo conocí.
Manolo es bonhomía, brillantez y seducción. Pienso en cómo debió ser de joven y me encabrito por no rozar siquiera alguna de sus cualidades. Imagino a Sarita como una gran mujer a su lado, dándose cariño mutuamente y acompañándose en el proceloso río de la vida. Ir a casa de Manolo es una fiesta, celebrar la amistad, la vida, sus regalos y fantasías. Ha visto tanto mundo que las gafas se le oscurecen aposta. Los ojos se le humedecen y hacen chicos cuando recuerda aquellos años de niño, entre el Manolito que gritaban sus vecinas desde la ventana, hasta los patos del estanque y los Jardines del Prado. Es talaverano por los cuatro costados, hasta la médula, por debajo de donde las cepas crecen. Siente y ama su ciudad como pocas cosas en el mundo. Ha visto pasar por su casa el arte de finales del XX y principios del XXI. Jota y Gustavo fueron sus heraldos hasta que las leyes de la vida, tan rebeldes, se pusieron en su contra y murieron a destiempo. Manolo los vela con su capa desde la tierra hacia el cielo.
La Plaza de Manuel Cerdán es la vigencia del karma, ahora que tanto se lleva. Normalmente, la vida es tan larga que suele devolverte con creces lo que tú de natural le aportas. El otro día era un espectáculo escuchar a Manolo dirigiéndose a su nieta para que siguiera tocando el violín. Conoce a todos por su nombre y en el fondo, es un dandy irremediable. Dijo que no se caería nunca en la calle porque sería bochornoso y lleva razón. El grande de Pedro Antonio López Gayarre, uno de los mejores articulistas de esta región, dijo una vez que Manolo Cerdán dormía en traje. El otro día me lo puse en su honor. Talavera se honra a sí misma reconociendo a los suyos en vida. Que Dios lo bendiga y espere muchos años allí arriba.