No hay día en el que Pedro Sánchez y su gobierno no demuestren su falta absoluta de moralidad.
Cuando se vivían momentos dramáticos, con una catástrofe en la que la naturaleza nos castigó con saña, los sanchistas tuvieron un nuevo comportamiento vergonzoso. Primero, por su reacción ante una tragedia de consecuencias personales y materiales difíciles de superar; segundo, porque se completó el día con un episodio en el Congreso de los Diputados que dejará marcado ya para siempre a este gobierno por su insensibilidad y nulo respeto a las docenas de miles de ciudadanos que han perdido todo. Incluidos familiares y amigos arrastrados por las aguas torrenciales y el barro.
Es evidente que las autoridades no alertaron con suficiente tiempo sobre los efectos de la Dana, ni dieron instrucciones precisas. Pero es cierto también que los españoles no tenemos cultura de catástrofe, como otros pueblos que, por su frecuencia, saben qué hacer ante los anuncios de huracanes o vendavales. Y en cuanto reciben las alarmas su prioridad es prepararse para afrontar el peligro.
Todavía se seguían buscando víctimas en Valencia, Andalucía y La Mancha, y tomaban medidas otras regiones para enfrentarse el peligro que se acercaba, cuando el ministro de Interior hacía declaraciones en las que hacía responsables a los presidentes autonómicos de no haber avisado con suficiente antelación a los ciudadanos. Marlaska no solo ha demostrado así interés por salvarse de posibles acusaciones futuras, sino que ha demostrado su falta de corazón. No era el momento de buscar culpables para que no le culparan a él y a su ministerio.
Sin embargo, lo más vergonzoso de este miércoles terrible fue la decisión de la Mesa de los Diputados de asumir la propuesta del PP y suspender la sesión parlamentaria como muestra de respeto a quienes vivían una situación dramática. Se suspendió la sesión … pero a conveniencia del PSOE. Se cancelaba la sesión de control al gobierno, pero no la votación del nuevo consejo de RTVE. Una fechoría que da continuidad a fechorías anteriores.
Todos los gobiernos han puesto al frente del ente público, de enorme influencia política y electoral, a personas cercanas a su ideología, pero Sánchez ha ido más lejos al designar a una militante de su partido. La primera presidenta militante. No contento, en la sesión del miércoles se nombró un nuevo consejo plagado de directores y exdirectores de comunicación de ministros y exministros, de Zapatero, y de socios del , gobierno; así como dirigentes y simpatizantes de partidos que colaboran con el sanchismo.
Ante la falta de sensibilidad ante una tragedia que conmueve a toda España, y al oportunismo de nombrar cuanto antes al consejo de RTVE para colocar peones – por si se tuercen las cosas- solo queda denunciar que nunca un gobierno español ha caído tan bajo. Un comportamiento infame.
Día doblemente triste el 30 de octubre: por la desolación provocada por la catástrofe … y por una nueva constatación de que el sanchismo es un movimiento -no un partido- profundamente amoral.