La Sagra hasta no hace mucho olía a campo de cereales y a tierra fértil, aunque las ladrilleras empezaban a dejar sus huellas profundas tras la extracción de tierra para aprovisionar a Madrid en brutal crecimiento. Los ladrillos terminarían suplantando al cereal, pero eso no se sabía todavía. Aun faltaba un tiempo para que la Sagra se transformara un ingente barbecho a la espera de ávidos promotores inmobiliarios. Y mientras, en Toledo se seguía discutiendo sobre los misterios legendarios de la Sagra, en Madrid, se explotaba a tope su cerámica y cementos de calidad. Parecía como si la Sagra se hubiera creado en tiempos geológicos, pensando exprofeso en la construcción de Madrid.
Por los años finales de los noventas y los dos mil ya estaban lo ojeadores haciendo las primeras tentativas para convertir la Sagra en una nueva zona de drenaje para una población que crecía disparatadamente lo que a su vez favorecía que las viviendas del centro histórico de Madrid se convirtieran en gallinas de huevos de oro. Aznar declaró todo el suelo urbanizable. Los alcaldes a su vez, con buena voluntad algunos, con corruptelas otros, empezaron a facilitar la construcción de urbanizaciones con discreta o feroz anarquía, Y todo ante la mirada distante de la administración a quien le competía la actividad reguladora y ordenadora del territorio. ¿Ordenar, qué? Con un ordenamiento razonable del territorio no hubiera sido posible el sorprendente milagro de Seseña. La Sagra empezaba a cambiar de olor. Su olor ahora es a marihuana, a delincuencia, a dinero fácil y a refugio de narcos de medio pelo.
En el drenaje que volcaba Madrid hacia la Sagra hubo de todo, gente de clase media que no podía aguantar los precios de Madrid y gente de peor calado. Desde hace tiempo se descubren significativos alijos de drogas, complejas plantaciones de hachís y laboratorios sofisticados. En el más reciente hallazgo se ha requisado 346 kilos de marihuana, se han detenido a 38 personas de diferentes edades y se han desmantelado seis plantaciones. Unos logros que cuenta la Delegación del Gobierno para que la población conozca los esfuerzos de la guardia civil en la lucha contra la delincuencia. Adentrase en la Sagra ya nada tiene de romántico. Por ahora es una experiencia abrumadora de laberintos residenciales y polígonos sucesivos, todos iguales, que consolida a la Sagra como la parte trasera de la villa.