Al final, no hay verbena que se precie en la que, en plenas fiestas patronales, esas que inundan la geografía española por estas fechas, no termine sonando uno de los éxitos más conocidos de Karina. Y es que sí, hay aire de fiesta, los chicos y chicas, radiantes de felicidad... Aire de fiesta, a tiempo de marcha, para pa pa... Cuenca está a punto de descorchar un nuevo San Julián y, como todos, siempre es especial. Cierto es que éstas no son las celebraciones populares más multitudinarias de todas las que jalonan el calendario festivo conquense, porque por delante está la Semana Santa y también San Mateo, pero sí completa el podium de las alharacas made in Cuenca. Y por eso los conquenses se lanzan a sus calles para vivir intensamente lo que les ofrece el recinto ferial en forma de atracciones o puestos de comida; la plaza de toros en forma de corridas con las máximas figuras; el estadio de La Fuensanta en forma de conciertos; y los parques de San Julián y Santa Ana en forma de actividades musicales e infantiles. Básicamente, la oferta sanjulianera es la misma de todos los años, pero eso no es óbice para volver a ilusionarnos de nuevo entre el 24 de agosto y el 3 de septiembre. Es más, los conquenses, después de un año muy duro y repleto de avatares, merecen unos días de relajación absoluta y disfrute máximo. Lo suficiente, vaya, para volver a cargar pilar y regresar con el mismo ánimo al tajo. Que luego los 'madrugones' se hacen muy largos...

Ahora bien, todo esto no está reñido con la justa y coherente convivencia ciudadana. Se pueden vivir las fiestas sin cortapisas pero sin perturbar el descanso de los demás ni atentar contra el mobiliario urbano o hacer destrozos la ciudad, y es que de todo hemos visto en más de una ocasión. Los hay que piensan muy poco –o nada– en los demás, y se creen legitimados para ponerse a la altura de las cabras, por ejemplo, para dar rienda suelta a sus instintos más primarios durante estos días. Y no puede ser. Cuenca está en fiestas, de acuerdo, pero Cuenca sigue siendo una ciudad Patrimonio de la Humanidad que entre todos los que la habitamos tenemos que cuidar, y los conquenses tienen que seguir viviendo –también del 24 de agosto al 3 de septiembre–, en una ciudad amable y ordenada, dentro de la amabilidad y la ordenación que estos días permiten. No vale todo por muchas fiestas que sean. San Julián hay que vivirlo con el corazón, pero también con cabeza.