Inicio mi sección semanal en La Tribuna con una moraleja para hacernos reflexionar sobre nuestra salud. Había una vez una rana que cayó en una olla en agua hirviendo, de la que saltó de inmediato. En cambio, otra ranita cayó en una olla con agua tibia que estaba en el fogón. Al principio, se sentía cómoda y no notaba el cambio gradual de la temperatura. La rana, sin darse cuenta del peligro, se acostumbró a la creciente temperatura hasta que fue demasiado tarde para saltar y terminó cocinada.

¿No sucede lo mismo con nuestra salud? ¿Cuantos síntomas nos van viendo con el paso de los años y los vamos normalizando?, ¿te estás calentando y aún no te has dado cuenta? Iniciamos con un síntoma: dolor de cuello, digestiones pesadas, colesterol... al que vamos sumando otros muchos con el paso del tiempo 'aceptando' la situación como 'normal', porque «mi padre también lo tenía» o «a mi vecino también le pasa».

Cuantos pacientes me consultan por un dolor 'X' y al indagar más en su historia me relatan, por ejemplo, que llevan diez años con ardor, que aprietan los dientes (bruxismo) por la noche, que hace unos años le diagnosticaron diabetes, que desde que pasó el Covid ya no es el de antes, que además últimamente está siempre cansado... ¿Te identificas con este relato?

El estrés de la vida moderna, la alimentación desequilibrada y la falta de ejercicio son como el fuego lento al que nos vamos adaptando, pero ¿a qué precio? La moraleja es clara: no debemos esperar a que el agua llegue a ebullición para tomar medidas. No tenemos que esperar a desarrollar una enfermedad para intentar saltar fuera de la olla. No permitamos que la cotidianidad nos adormezca ante los cambios. Es hora de saltar fuera de la olla y tomar las riendas de nuestra salud antes de que alcance su punto de ebullición.

Que esta fábula sea un despertar para nuestra salud: empieza el cambio ya. Consulta tu caso a tu profesional de referencia, y empieza a ser proactivo en el cuidado de tu salud poniendo en práctica los consejos de esta sección.